Muchas manos y corazones al servicio de los más chicos
La casa de María Fernanda Mamaní es también la casa de 101 pequeños y 20 mamás que asisten a tomar el té con galletitas y picadillo, de lunes a viernes.
Detrás del campus de la Universidad Católica de Salta, casi al margen del Río Wierna, está ubicado el Barrio Juan Manuel de Rosas. En una de esas callecitas de tierra se destaca, y quizá sea por el color y el movimiento constante, la casa de María Fernanda Mamaní; esa es también la casa de 101 pequeños y 20 mamás que asisten a tomar el té con galletitas y picadillo, de lunes a viernes.
“Doña María”, como la conocen todos, comenzó con el proyecto en abril del 2015. Inicialmente, recibió el apoyo económico de Cáritas pero poco a poco, la cantidad de niños aumentó y el merendero no daba abasto, faltaban recursos, no eran suficientes. Por esta razón, decidió pedir ayuda a la UCASAL.
La voluntad es aquella fuerza interna que mueve a los seres humanos a hacer algo. Entonces, movilizados por el deseo de cuidar la infancia de estos niños y satisfacer al menos una de sus necesidades básicas, un grupo de personas que se desempeñan en distintos sectores de la Universidad Católica de Salta conformaron un voluntariado y elaboraron un plan de ayuda.
Conociendo las necesidades de los chicos que recibe María Fernanda, algunas autoridades, personal administrativo, de mantenimiento, docentes y alumnos comenzaron a acercar donaciones tanto materiales como de servicios. El objetivo del Voluntariado UCASAL fue claro desde el principio: ser guardianes de los derechos de estos niños, garantizar que sus infancias sean felices, con la menor cantidad de carencias posibles y generar oportunidades para su progreso.
Panza llena, corazón contento
Inmediatamente, los voluntarios pusieron manos y corazón a la obra. La leche, el chocolate, el té y las galletitas no tardaron en llegar a las meriendas solidarias del Barrio Juan Manuel de Rosas. Además, una alumna de la Escuela de Ciencias de la Salud, junto a la Asociación APAS, se encargó de conseguir semanalmente la provisión de pan para que nunca falte un bollito o una tortilla en esas mesas.
Muy pronto, el Merendero Divino Niño Jesús también comenzó a ofrecer cena dos noches y con aportes del Consejo Académico de la UCASAL, el voluntariado pudo donarles un freezer para conservar mejor los alimentos, una cocina industrial y gas envasado.
El refugio
Lo de María Fernanda es como un refugio caliente para los 101 niños que llegan hasta su puerta, golpeados por el frío del hambre y la pobreza. Y no es una foto. No es una animación. Es el día a día de estos niños y sus mamás.
El voluntariado de UCASAL no podía quedarse quieto ante esta realidad dolorosa y por eso todos pusieron un poquito de lo suyo para ayudar. Los chicos de mantenimiento les armaron una nueva puerta, un portón grande y ventanas y otros se ocupan de pagar algunos servicios básicos y de llevar artículos de limpieza, calzado, mantas y ropa de abrigo donados por las diferentes facultades.
Todos juntos
Hay que destacar la colaboración del Dr. Quispe, docente de la Escuela de Ciencias de la Salud que concurre semanalmente a revisar a los niños y atender urgencias, así como también las visitas que realizan los jóvenes de la Pastoral Universitaria y las actividades recreativas promovidas por el grupo de teatro de la UCASAL. Además, por supuesto, de los valiosos aportes que realizan la Facultad Economía, Ciencias Jurídicas, Ciencias Veterinarias, la Escuela de Educación Física, la Escuela de Negocios y el personal de Administración General y Recursos Humanos.