Sus manos tocan órganos y salvan vidas, la historia de un médico salteño
El doctor Facundo Humacata, siguiendo el legado de su padre, participa desde hace muchos años de los operativos de ablación que se realizan en la provincia. Conocé su experiencia, sensaciones y emociones en esta nota.
Hace mucho tiempo, cuando no existía WhatsApp ni las redes sociales, Facundo Humacata, el médico que participó de la ablación de los órganos de Oscar Montenegro, el joven que murió tras una pelea de patotas, pero también de muchas más, comenzó a seguir los pasos de su padre, quien trajo al Centro Único de Ablación e Implantes (CUCAI) a Salta en la década de los 90.
En diálogo con InformateSalta, contó que por aquellos años las ablaciones de órganos se hacían solamente en Buenos Aires pero que su padre, a todo pulmón, consiguió que también pudieran comenzar a hacerse en la provincia.
“Yo ya en mi infancia lo ayudaba a hacer entrevistas, participábamos haciendo encuestas, campañas que siempre fueron con poca publicidad, con poca creencia, hace tanto tiempo, se volvía complicado”, recordó.
Varios años después las cosas cambiaron y hasta se sancionó una ley, que se conoce como “Ley Justina”, que establece que todos los mayores de 18 años son donantes de órganos y tejidos, a menos que dejen constancia expresa de lo contrario, y su vocación de ser el “puente” entre la muerte y la vida sigue intacta.
“Para nosotros con esa ley, se nos vuelve un poco más fácil en el tema administrativo y sacándoles sobre todo el peso a los familiares porque ellos no tienen la obligación de decidir, lo decide el propio paciente. Si es menor de edad, si se pide autorización a los padres”, manifestó.
Él hace su trabajo entre la angustia de quienes están perdiendo a un ser querido y la esperanza de aquellas personas en lista de esperan que necesitan ese órgano para poder seguir viviendo. “Nosotros siempre apuntamos hacia la vida pero hay gente que todavía no está concientizada sobre el tema y se niega. Eso nos pasa cuando no está asentada la negación en el documento del posible donante”, indicó.
El médico describió el momento en que, literalmente, tiene los órganos de una persona, como algo extraordinario, único y difícil de explicar con palabras. “Es bastante emocionante porque es el momento de transición entre un paciente que está muerto y un paciente que va a volver a mejorar su calidad de vida o en otros casos va a volver a retomar su vida normalmente porque depende de un órgano”.
Para él, es mucho más duro cuando el que deja de existir es un menor de edad o una persona joven. “Te replantea la vida a cada momento, te replantea que uno tiene que hacer las cosas para salir adelante, tratar de estar bien, tratar de no hacerle daño a otra persona y siempre hay que ser solidarios porque uno nunca sabe de qué lado va a estar parado en algún momento de su vida, puede estar necesitando un órgano o lamentablemente fallece y tiene que donar los órganos”.