Retorna la Copa Libertadores 2020 y los equipos argentinos estarán en desventaja
El regreso de River, Boca, Racing, Defensa y Justicia y Tigre sucederá en el último turno de la semana. La idea era retrasar la vuelta, pero no tuvieron suerte: AFA perdió 7 a 1 la votación en el Comité Ejecutivo de Conmebol.
Con la pandemia esparciendo su sombra negra por todo el continente, la Copa Libertadores retomará su disputa a partir de este martes. Cuatro partidos se jugarán ese día, habrá cinco el miércoles y siete el jueves, en cinco de los cuales se presentarán los equipos argentinos.
Fue lo máximo que pudo conseguir el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia: que el regreso de River, Boca, Racing, Defensa y Justicia y Tigre suceda en el último turno de la semana. Su idea era retrasar la vuelta lo más posible en virtud de que Argentina, junto con Bolivia y Venezuela, son los únicos tres países sudamericanos que no han puesto en marcha la actividad local.
Pero no tuvo suerte: perdió 7 a 1 la votación en el Comité Ejecutivo de la Conmebol en una bofetada política impensada en otros tiempos. Cuando el fútbol argentino pisaba fuerte a nivel continental de la mano de Julio Grondona.
Sólo las poderosas razones del negocio sostienen el apuro por volver a jugar: la Copa Libertadores mueve alrededor de 500 millones de dólares por edición y los contratos de televisión ya han sido cobrados por Conmebol y distribuidos a los clubes participantes.
Desde lo sanitario, no hay motivos para que la pelota vuelva a rodar ya mismo: de los 28.830,715 casos registrados en el mundo según las estadísticas de la Universidad Johns Hopkins de Maryland (Estados Unidos) hasta el viernes 11 de septiembre, 7.059,879 se han producido en Sudamérica.
O sea, 1 de cada 4, el 24.48 % del total. Y de los diez países con mas casos en el mundo, cuatro son sudamericanos: Brasil (3º), Perú (5º), Colombia (6º) y Argentina (10º). El foco de la pandemia queda en esta zona del planeta. Sin embargo, nada de todo esto ha sido tomado en cuenta por la dirigencia que encabeza el paraguayo Alejandro Domínguez. La determinación ha sido férrea. Y, salvo la Argentina, nadie alzó un brazo para oponerse.
Con este panorama, los clubes argentinos harán lo que puedan. Y saldrán a la cancha el jueves arrastrando una inaudita inactividad de seis meses ante equipos que llevan más de 30 días compitiendo oficialmente.
Por ejemplo, Racing sumará seis meses y dos días sin jugar oficialmente cuando reciba en Avellaneda a Nacional de Montevideo que hace 39 días que está disputando el campeonato uruguayo, desde que el 9 de agosto pasado igualó 1-1 el clásico con Peñarol.
Boca celebró su último partido el 14 de marzo ante Godoy Cruz en Mendoza por la Copa de la Superliga y visitará en Asunción del Paraguay a Libertad que tiene rodaje oficial desde el 21 de julio.
Peor están River y Defensa y Justicia que no jugaron la unica fecha de aquella Copa frustrada y sus últimas actuaciones se produjeron el 14 de marzo por la Libertadores. Y Tigre cuyo último encuentro lo disputó el 15 de ese mismo mes en Victoria ante Instituto por el torneo de la Primera Nacional.
Ni siquiera fue posible compensar el parate con una serie de partidos amistosos. Los protocolos imperantes los tienen estrictamente prohibidos y recién en los últimos días, los equipos pudieron retomar las prácticas de fútbol entre titulares y suplentes.
Boca, incluso, debió interrumpir el trabajo una semana por los 18 casos positivos registrados en su plantel y mandar a su casa al técnico Miguel Angel Russo. Por eso, serán inevitables la falta de ritmo y de sensibilidad en el manejo de la pelota. Los irán recuperando con el correr de los partidos.
Pero todos los atenuantes quedarán de lado a la hora que vuelva a rodar la pelota. Y los hinchas delante de las pantallas redoblarán sus exigencias. Para River y Boca, la Copa otra vez será la medida de todas sus cosas.
Racing arrancó ganando sus dos partidos ante Estudiantes de Merida y Alianza Lima y si derrota el jueves a Nacional sumara 9 puntos y quedará muy bien perfilado para pasar a octavos. Defensa y Justicia y Tigre perdieron sus dos juegos antes de la pandemia y si vuelven a caer, penderán de un hilo.
La Libertadores traspasará el fin de año y está previsto que la final se juegue entre el 20 y el 30 de enero en el estadio Maracaná de Río de Janeiro. Esa es la voluntad de los dirigentes. El virus caprichoso y traicionero tendrá la última palabra. Quiera o no quiera la Conmebol.