Latinoamérica en crisis: por la guerra con Ucrania
La aceleración de la inflación en varios países del planeta tuvo su efecto entre los de América del Sur, una región en la que el fenómeno parecía haber sido desterrado en la mayoría de los casos, pero que en los últimos meses recrudeció, al punto que en cuatro de las diez naciones la tasa interanual ya es de dos dígitos y en otros dos se ubica a sólo seis décimas de esa marca.
De esta forma, si en abril se consolida la tendencia iniciada a mediados del año pasado, la mayoría de los países del subcontinente pasarán a registrar por lo menos un 10% de inflación anual, un fenómeno sin antecedentes en lo que va del siglo XXI.
Según los respectivos organismos oficiales de Estadística, la inflación acumulada en los últimos doce meses dejó a los países de la siguiente manera:
- Venezuela (284,4%)
- Argentina (55,1%)
- Brasil (11,30%)
- Paraguay (10,1)
- Chile (9,4%)
- Uruguay (9,38%)
- Colombia (8,53%)
- Perú (6,82%)
- Ecuador (2,64%)
- Bolivia (0,77%)
Siete de los diez países sudamericanos tuvieron en marzo una inflación igual o superior al 1%: Colombia (1%), Uruguay (1,11%), Venezuela (1,4%), Perú (1,50%), Brasil (1,62%), Chile (1,9%) y la Argentina (6,7%).
Las tres excepciones la constituyeron Paraguay (0,8%) y, como en la medición interanual, los dos únicos casos en los que la inflación aún no registró coletazos de significación: Ecuador (0,11%) y Bolivia, con una deflación de 0,05%. El rebrote comenzó a tomar cuerpo en el transcurso de 2021, cuando la mayor parte de los sectores económicos empezó a evidenciar una recuperación respecto de las caídas que, en mayor o menor medida, tuvieron en 2020 a raíz de la pandemia de coronavirus.
Desde entonces, con algunas particularidades, la inflación en la región fue motorizada por tres rubros: alimentación, combustibles y transporte, en especial por el alza del precio internacional de commodities como el petróleo, el gas y el trigo, aunque también con una significativa suba de los productos frescos.
A esos factores se les sumó el impacto estacional de educación en febrero o marzo, conforme con las distintas fechas de inicio de los ciclos lectivos en cada país.