Caso Monges: Así fueron sus últimas horas junto a los acusados del crimen
La investigación por el violento crimen de Darío Monges parece ir encontrando claridad con el correr de las semanas, ahora InformateSalta pudo conocer cómo fueron sus últimas horas junto a los acusados.
El día en que fue asesinado habría estado, al menos, dos veces en la casa de sus asesinos. Tampoco se descarta una visita a una propiedad en Vaqueros, la que sería clave en el negocio de drogas que víctima y victimarios llevaban entre manos.
El estrecho vínculo que había entre Darío Esteban Monges y la familia Bejarano, fue tal que el asesor político nunca imaginó que serían sus verdugos. Su ejecución, en tanto, tiene todas las connotaciones de un “ajuste de cuentas” por un negocio de drogas, hipótesis que fue confirmada ayer en la audiencia que determinó el traspaso del caso a la justicia federal.
De esa pesquisa, resalta la reconstrucción de las últimas horas de vida de Monges, el 1 de septiembre pasado, jornada que terminó con la víctima abatida de cinco balazos en el interior de su camioneta Ford Eco Sport.
Según lo averiguado por InformateSalta, ese día, la víctima tuvo una primera visita al taller de motos de los Bejarano, en el barrio Lamadrid; fue alrededor de las 13.30. No obstante, uno de los acusados (David Bejarano), reconoció que la noche anterior, el 31 de agosto, la víctima también estuvo en el taller.
Incluso, se investiga si la madrugada del primero de septiembre, Monges estuvo en una propiedad de los Bejarano en la localidad de Vaqueros, la que estaría ligada con las actividades de tráfico que llevaban adelante la víctima y sus victimarios.
La cronología reconstruida por la justicia, indica que la primera visita al taller de los Bejarano, el asesor político llegó en su camioneta Ford Eco Sport y lo hizo junto a un amigo, identificado con el nombre de un viejo actor de películas de la acción, no por la destreza de dicho personaje, sino por cierto parecido físico.
Para verificar ese encuentro, el testigo fue identificado y citado a declarar. Contó que, efectivamente, ese día había salido de su gimnasio en barrio Tres Cerritos con Monges, quien se dirigió a la avenida Constitución Nacional y Vicente López, a pocos metros del taller de motos.
Por la tarde, en tanto, Monges estuvo con otros amigos y a las 20.30 fue visto en el bar El Tiempo, ubicado en la esquina de las calles Balcarce y Necochea. Allí permaneció por 20 minutos más, para luego abordar su camioneta y dirigirse otra vez al taller de los Bejarano.
En dicho lugar, permaneció hasta pasada las 22.31, hora en que ya se ve el vehículo de Monges por calle Deán Funes, en dirección al barrio El Círculo, donde luego de un par de días, su cuerpo fue hallado ya sin vida y con cinco balazos en la cabeza.
Contradicciones
Con este circuito, la policía puso bajo vigilancia el taller de motos de los acusados, con lo cual pudieron conocer los movimientos de los Bejarano. Una vez seguros de que la pista era correcta, visitaron a los imputados en su vivienda, circunstancias en que Santiago Bejarano incurrió en la primera contradicción.
El joven reconoció que sí conocía a Monges, pero que no lo veía desde hace dos meses, con lo cual buscó desvincularse del crimen. En contrapartida, su hermano David, el más implicado en esta trama, brindó otra versión: afirmó que el 31 de agosto, Monges fue al taller para retirar unas bauleras de su motocicleta Honda África 750.
Es más, narró que los implementos que la víctima buscaba no estaban en el taller, así que junto a su hermano Santiago, se dirigieron a la casa de su padre, Roberto Catalino, con lo cual echó por tierra la afirmación de su hermano, respecto a que no veía a Monges desde hace dos meses.
Por otra parte, y al verificar lo mencionado por David respecto a que fueron a la casa de su padre, los investigadores del CIF determinaron que la víctima estuvo en todo momento en el taller, según surge del registro del posicionamiento del celular de la víctima.
Los acusados también tergiversaron la presencia en el taller del amigo del asesor, pues aseguraron que Monges y su amigo se presentaron en horas de la tarde, a eso de las 19.30, tras lo cual ambos se marcharon. De esta manera, lo que evitaron fue posicionarse como las últimas personas que vieron con vida a la víctima.
Estas contradicciones le jugaron en contra a Roberto Bejarano y sus hijos, David y Santiago, quienes se encuentran detenidos e imputados por el delito de homicidio agravado por alevosía y el uso de arma de fuego, en concurso real con la acusación de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, aunque ahora resta conocer la supuesta vinculación con otros narcos de mayor peso, del norte de la provincia.