Locura en Bangladesh por la Argentina: fiestas en las calles y periodistas en televisión con nuestra camiseta

La alegría por el triunfo de la Scaloneta no es solo argentina, sino que también se replicó a 17 mil kilómetros de Buenos Aires, en Bangladesh, donde la Selección nacional tiene miles de seguidores, que salieron a la calle a festejar la victoria por 2 a 0 contra México, en el segundo partido de la fase de grupos del Mundial Qatar 2022.

Tal es el fanatismo y locura que genera el equipo comandado por Leo Messi que hasta una presentadora de noticias de la televisión bangladeshí hizo hoy el informativo vistiendo la camiseta alternativa de la Selección argentina.

El electrizante partido, que dejó mejor posicionada a la Argentina de cara al último encuentro, terminó a las 3 de la mañana del domingo en Bangladesh, pero eso no impidió que miles de personas salieran a la calle a festejar la victoria con banderas y camisetas albicelestes. Las imágenes, rápidamente, se volvieron virales.

Bangladesh es un país asiático apenas más chico que Uruguay, pero cinco veces más poblado que la Argentina, donde se sigue cada partido de la albiceleste con una devoción que no tiene nada que envidiarle a cualquier barrio argentino. Incluso si se juega de madrugada.

¿Cómo empezó semejante locura a 17.000 km de la patria de Lío?

Gracias a otro hombre que los argentinos conocemos mucho, jugando otro partido que los argentinos nos sabemos de memoria. Fue hace 36 años, en otra Copa del Mundo.

El 22 de junio de 1986, en México, Diego Armando Maradona le hacía dos goles imposibles a Inglaterra, inspirado en su talento, la picardía criolla, y un país entero que todavía sentía muy cerca el doloso recuerdo de la Guerra de Malvinas. Maradona tenía entonces solo 25 años, pero Bangladesh era aún menor de edad: recién en 1971 había conseguido su independencia, tras estar bajo dominio del Imperio Británico primero y de Pakistán después.

Para una nación joven y muy pobre, ávida de nuevos héroes, la magia de Diego ocurrió en plena noche -era la una de la mañana en Bangladesh cuando pitaba el inicio del partido en el Estadio Azteca- fue una revelación. Un desquite, una revancha posible: un hombre llegado, como ellos, del fin del mundo, había humillado a los que fueron amos y señores de Bangladesh durante casi un siglo, en el deporte que los mismos británicos habían inventado.

Desde entonces, la pasión no dejó de crecer.

“Los bangladeshíes siempre hemos amado el fútbol –había explicado en 2018 a La Nación el periodista deportivo Quazi Zulquarnain desde Daca, la capital del país asiático– . Al no tener un gran equipo nacional para canalizarlo, celebramos a la Argentina”. Y sobre todo, celebran las peripecias del zurdo oriundo de Villa Fiorito: “Sus luchas personales, su victoria sobre los ingleses y su personalidad defectuosa nos atraen porque nos recuerdan a nosotros mismos”, agregó Zulquarnain.

En 1994, cuando Maradona fue expulsado del mundial de Estados Unidos por dopaje, cientos de bangladesíes presos de ira salieron a las calles y quemaron carteles con la foto del entonces presidente de la FIFA, Joao Havelange , para pedir -sin éxito- que el astro argentino fuera reincorporado. Y según el libro “El último Maradona”, de Andrés Burgo y Alejandro Wall, hubo un abogado que se animó a demandar a Havelange, exigiéndole 25 dólares de resarcimiento por los “trastornos mentales” que el incidente le había provocado. /La Nación