Declaró el acusado del femicidio de Jésica Solís: “No quise matarla, no entiendo qué pasó”
Hoy dio inicio el juicio contra Ezequiel Domínguez y Rocío del Milagro Farfán acusados del femicidio de Jésica Solís, ocurrido el 20 de mayo de 2021 en una vivienda del barrio San Calixto. Tras leerse la requisitoria a juicio el acusado decidió declarar y contó todo lo vivido aquel trágico día. “No quise matarla, no entiendo qué pasó”.
Su relato inició contando que estaba separado de Solís y ya convivía con su nueva pareja, la coimputada Rocío Farfán, con quien tiene una hija de tres años. Paradójicamente vivía a 60 metros del domicilio de Jésica y tenían un negocio en conjunto.
En la casa de Jésica funcionaba un local comercial (almacén y pollería) que habían abierto en sociedad y que era atendido por ambas mujeres. Sobre esto dijo que la relación entre su expareja y Farfán era buena.
Sobre el trágico día comenzó contando que aquel día “se sentía preso” en su casa y decidió ir a la casa de Jésica para buscar unas herramientas que necesitaba y, de paso, para hablar con ella sobre la posibilidad de volver a trabajar en el local. Farfán le dijo que lo iba a acompañar.
Más adelante, en el transcurso de su declaración el imputado explicó que trabajaba como recepcionista en un hotel pero su actividad se había visto afectada por la pandemia. A raíz de esto habían decidido abrir la pollería. No obstante, debido a las fuertes discusiones que había mantenido con su expareja un mes antes del hecho, ambos habían acordado que él ya no concurriría al local.
Aseguró que las discusiones detonaron cuando su hijo le contó que su mamá lo dejaba solo de noche para ir a jugar a las cartas a la casa de un vecino. Y porque en otra ocasión había dejado solo el negocio aun cuando habían acordado que, si ella quería salir de noche, debía avisarle para que él se quedara a cuidar el local.
En ese contexto, el 20 de mayo, ambos imputados se dirigieron a la casa de la víctima. Domínguez dijo que entró por el local directo a una habitación. Ahí estaba su hijo. “No me quiso saludar, eso me partió el alma. Busqué las herramientas, que eran del papá de Rocío, y vi que faltaba una pinza. La necesitaba para instalar un calefón”, contó. Dijo que fue a preguntarle a Jésica y que ella comenzó a agredirlo verbalmente.
El imputado aclaró que no discutieron, que ella lo insultó y salió a la vereda para llamar a la policía. Indicó que supo esto después, cuando leyó el expediente de la causa. En ese momento él se quedó adentro. Ella volvió y le dijo: “Seguí yendo al psicólogo loco de mierda”. Entonces él vio el cuchillo tramontina que usaban en la pollería y a partir de ahí no entiende lo que pasó. “Lo siguiente que recuerdo es que yo estaba en la puerta y Rocío gritaba que llamen a una ambulancia. Atiné a sacarme la remera para taparle la herida. Quisimos subirla a una moto para llevarla al hospital. No quise matarla, no entiendo qué pasó. Cuando estábamos afuera llegó un policía, preguntó quién había hechos eso y le dije que había sido yo. El oficial le tomó el pulso y todavía estaba viva. Después llegó la ambulancia, le pusieron una gasa y yo me dirigí solo al patrullero”, manifestó.
Consultado por la fiscal acerca de dónde estaba su hijo en ese momento, sostuvo que cuando él entró a la casa el niño estaba jugando con un vecinito y no recordaba haberlo visto en la cocina durante el ataque.
Después de que llamaron a una ambulancia volvió a entrar a la casa para buscar a su hijo. “Tengo un pantallazo donde lo alzo, salgo y se lo entrego a un vecino”, señaló.
Sobre la ubicación de la coimputada, Domínguez refirió que Farfán estaba en el negocio, en la parte de delante de la casa, y que no intervino cuando Jésica lo agredía verbalmente.
Antecedentes de violencia
Domínguez se refirió a episodios de agresión vividos con Jésica. Dijo que era “violencia recíproca”, que ella comenzaba a insultarlo, luego lo golpeaba y él respondía de la misma manera.
Afirmó que a la decisión de que él dejara de ir a atender la pollería la habían tomado un mes antes del hecho a raíz de algo que le contó su hijo: “Él me dijo que su mamá lo dejaba solo de noche para ir a jugar a las cartas y le reclamé a Jésica”. Dijo que no fue a corroborar si eso era cierto.
El imputado aseguró que las discusiones con su expareja se debían fundamentalmente a reclamos que él le hacía con respecto a la crianza del menor.
También hizo referencia a otro episodio ocurrido en marzo de 2021, cuando pasó en horas de la madrugada por casa de Jésica y no la encontró. Esa noche, su hijo se había quedado a dormir en su casa. No obstante, Domínguez dijo que se molestó porque ella no le avisó que iba a salir. Según el imputado, habían acordado que, en caso de ausentarse de noche, debía comunicárselo para que él se quedara a cuidar el negocio. En esa oportunidad le manoteó el celular a su expareja, le dijo que se fuera de la casa y le arrojó su ropa a la calle. Ante esto, Jésica fue a buscar a Rocío Farfán para pedirle ayuda.
Relató que su relación con Solís comenzó en la adolescencia, eran vecinos y cuando se separó ya no estaba enamorado. No obstante, Jésica lo siguió buscando durante un tiempo. Dijo que ella siempre manipuló a su familia y los fue alejando de él. También hizo que su hijo se apartara de él. Sostuvo que lo “hacía quedar como el malo”.
La causa se inició por un informe policial del 20 de mayo del 2021. A las 14.11, un efectivo fue derivado a verificar un supuesto incidente protagonizado por un hombre que se encontraba en la casa de su expareja, en barrio San Calixto, causando problemas. Al arribar al lugar, a las 14.17, el informante observó en la vía pública la presencia de un sujeto con el torso desnudo, arrodillado en el suelo junto a una mujer lesionada. Le presionaba el cuello con una remera blanca que tenía manchas de aspecto sanguinolento. La víctima yacía en posición de cúbito dorsal, inconsciente. Se constató que la mujer presentaba signos vitales débiles y se solicitó de manera la presencia de una unidad sanitaria.