Nervios y consumo de pastillas, el después de los acusados del crimen en Circunvalación
En una nueva jornada seguida contra Kalil Ezequiel Chejolán, Julián Bautista Bubroski y Ricardo Alberto Galarza, imputados por homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por el uso de arma de fuego (dos hechos), en concurso real, en perjuicio de Jonatan Pablo Tolaba y Romina Isabel Zerda. En causa acumulada, Chejolán y Bubroski también están acusados por el delito de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, testigos contaron el después que vivieron tras el raid criminal.
Citada por la fiscalía, declaró durante la mañana una joven que estuvo con los imputados Chejolán y Bubroski en el contexto de la fiesta electrónica a la que concurrieron luego del hecho, en Rosario de Lerma. Dijo que con los acusados estaba Nicolás Ramos, el hombre sindicado por Chejolán como el autor material del doble crimen y que fue encontrado sin vida en un camping de General Güemes.
La testigo relató que asistió a la fiesta “La Jungla” invitada por una amiga que, a su vez, era amiga de Bubroski. A través de ella lo había conocido a Julián y ya habían salido otras veces a bailar los tres. Dijo que él había quedado en buscarlas por su departamento (zona sur) a las 22 y, como se demoraba, le mandaron mensajes que nunca contestó. Bubroski llegó en su auto como a las doce y media de la noche. Estaba con dos amigos, Chejolán y Ramos. La testigo dijo que era la primera vez que los veía. Mencionó que en el trayecto hacia Rosario de Lerma los muchachos armaron “fasos” de marihuana y fumaron.
Llegaron a la fiesta y, en el transcurso de la noche, ellas estuvieron solas porque los tres hombres iban y venían, se perdían entre la gente, “cuchicheaban”. En un momento las dos se les acercaron. Ella escuchó que los tres hablaban de “prender fuego”. Su amiga les preguntó de qué conversaban y le dijeron que estaban pensando en hacer un asado.
La joven señaló que antes de entrar a la fiesta vio que Nicolás y Julián tenían unas pastillas rosadas en una bolsita. Le convidaron una a su amiga y ellos dos también tomaron.
La testigo continuó relatando que se retiraron de la fiesta como a las cinco de la mañana, en el auto de Julián. Cuando iban por la Circunvalación Oeste vieron por el carril contrario una camioneta blanca grande, aparentemente siniestrada. Detrás había un móvil policial. Ellas comentaron que seguramente habían chocado y ellos asintieron.
Mencionó que ella alcanzó a escuchar el sonido de un recipiente con líquido en el interior del auto y Julián adujo que su mamá había dejado un bidón con agua en el baúl.
Decidieron continuar tomando y bailando y ella les propuso ir a su departamento. En el trayecto pararon a comprar bebidas. Al llegar, como a las 7.30, los tres hombres empezaron a actuar de manera extraña. Entraban y salían, “cuchicheaban”, estaban nerviosos. Frente a esta actitud, ellas les pidieron que se retiraran.
La testigo mencionó que cuando iban a la fiesta, en un momento Kalil había comentado que algo malo le había pasado a su celular, que no funcionaba. Al día siguiente, entre las 10 y las 11, Bubroski pasó a buscar a su amiga, que se había quedado a dormir en su departamento. Observó que el joven estaba muy nervioso y que tenía un celular roto.
Otro de los testigos de la jornada fue un joven, amigo de Chejolán, que también había concurrido a la fiesta electrónica en Rosario de Lerma. Dijo que se había relacionado con Nicolás Ramos (alias “Nicotina”) a través de Kalil.
Contó que ese día había quedado en conseguirle una entrada a Chejolán. En un principio habían acordado ir juntos a la fiesta, pero luego el imputado desistió cuando él le mencionó que iría con su novia. Dijo que intentó comunicarse por teléfono con Kalil para ver dónde le entregaba el ticket de ingreso pero él no respondía. Finalmente se encontraron en el predio de la fiesta, como a las una de la mañana. Ahí le dio la entrada. Kalil le explicó que no le había respondido las llamadas porque no le funcionaba el celular y se lo mostró: tenía la pantalla rota.
Dijo que en la fiesta el acusado le ofreció una pastilla pero él no la aceptó porque ya había comprado e ingerido una. El testigo sostuvo que sabía que Nicolás vendía marihuana y pastillas porque le había ofrecido estupefacientes en otras oportunidades. Dijo que “imaginaba” que Kalil también comercializaba porque conocía consumidores que estaban vinculados con el acusado, además sabía que Chejolán frecuentaba y tenía muchos contactos en ese ambiente. Aparte, esa noche en “La Jungla”, tenía pastillas en su poder.
En su primera declaración, en fiscalía, el testigo había señalado que durante la noche llegó a observar que Nicolás y Kalil se acercaban a otras personas y realizaban movimientos de intercambio o “pasamanos”.
Durante su declaración el joven también recordó que alrededor de dos semanas después de la fiesta se encontró con Kalil. Estaba nervioso y le contó que lo estaban investigando por el suceso ocurrido en la circunvalación oeste. Le dijo que “Nicotina” había sido el autor del hecho y que él se había ocupado de deshacerse de los celulares de las víctimas del homicidio. El imputado le aseguró que quería solucionar las cosas y que iba a mantenerse oculto hasta que encontrara un abogado.
El testigo aseveró que Kalil le comentó que Pablo Tolaba le debía dinero a Nicolás y que este se había cansado de pedirle que le pague. El juicio se lleva a cabo con tribunal colegiado integrado por los jueces Marcelo Rubio (presidente), Mónica Faber y Gabriela Romero Nayar (vocales).
El hecho juzgado ocurrió en 2021. La noche del 10 de octubre, alrededor de las 23, los cuerpos sin vida de Jonatan Pablo Tolaba y Romina Isabel Zerda fueron encontrados en el interior de una camioneta estacionada sobre una calle colectora de la autopista Circunvalación Oeste, entre el acceso a San Luis y el barrio Miracolos. Ambos presentaban heridas de arma de fuego.