Nacional27/10/2024

Le robaron la identidad por Marketplace y hace 5 meses la usan para delitos virtuales: Los estafados lo atacan en la calle

Facundo Font (27) pensó, con alivio, que había zafado de un intento de estafa. Le habían hecho el cuento del tío de Facebook Marketplace, con un comprador fantasma desesperado que mandaba comprobantes truchos y gritaba por teléfono, pero que no daba la cara. Como la plata nunca entró, no entregó los productos. Pensó que había terminado ahí. Recién estaba empezando.

Es que en todo el proceso de venta fraudulenta, entre los gritos y la tensión, los estafadores lograron engañarlo para sacarle información sensible sobre su identidad, un elemento que terminó teniendo más valor que los propios productos: desde hace más de cinco meses están haciendo otras estafas con su cara y su nombre.

La historia es una más dentro de la oleada de estafas virtuales que se multiplican de la pandemia para esta fecha. Sin embargo, tiene un giro distintos: el robo de identidad para poder seguir haciendo girar la rueda de engaños.

Facundo cuenta su historia a Clarín para tratar de advertir sobre el modus operandi pero también como una salvaguarda: es que hoy vive con miedo de cruzarse en la calle con desconocidos que puedan haber sido engañados con su nombre y lo estén buscando. No es un miedo hipotético, es algo que ya le pasó al menos dos veces. Hasta ahora siempre logró que le crean que él es otro damnificado.

La historia comenzó a finales de mayo, cuando se mudó junto a su novia. En el proceso para reacomodar cosas, decidió poner a la venta dos consolas de videojuegos: una PlayStation 4 y una 5. Como Mercado Libre se queda con una comisión, decidió publicarlas en Marketplace, la plataforma de Meta que funciona como un foro de compradores y vendedores.

Ese mismo día, un viernes por la noche, un tal Lucas González lo contactó y le dijo que estaba interesado. Le pidió el teléfono para hacerle unas consultas técnicas por WhatsApp. Hasta ahi todo bien. Luego le dijo que le compraba las dos consolas y le pidió que baje las publicaciones de la plataforma, para que nadie más pueda ofertarle a Facundo, jurando que él se las compraba.

Este punto, Facundo luego entendería, es clave dentro de la historia. Cuando las publicaciones se bajan de Facebook, el registro de mensajes entre usuarios desaparece. Ya es más complejo rastrear al comprador que se contactó.

Aceptó y siguió adelante. Pactaron la entrega para el martes por la mañana. El comprador le dijo que era de San Isidro y que tenía problemas para ir hasta Parque Patricios, donde vivía Facundo. Tras algunas vueltas avisó que enviaría un Uber. "Como no conocía al chofer, me pidió que envuelva la Play para que no se vea qué estaba llevando", relata Facundo. Todos los detalles estaban buscados para generarle confianza.

La tensión comenzó cuando le envió un comprobante trucho por 1,4 millones de pesos por las consolas. Lucas insistía en que, según el banco, la transferencia podía demorar hasta 24 horas por el monto. Como el auto ya estaba en la puerta, que le baje los productos. Pero como la plata no entraba, Facundo no le iba a entregar las consolas.

"Todo esto fue por audios. Él se pone irascible, dice que no le gustaba nada, que sentía que yo lo estaba por cagar. En ese trajín me pongo nervioso, a uno no se le pasa por la cabeza estafar y le daba signos de confianza. Le decía que si me llegaba la plata, yo iba en persona a llevársela", cuenta.

Con la guardia baja, llegó el momento del engaño. "Me pasó una foto de su DNI y me dice ’pasame ahora vos una foto de tu DNI para que confíe. Si me vas a estafar, no me pasás tu DNI’. Yo lo vi como algo lógico y en ese momento paso foto y video de mi cara con el documento, de ambos lados", relata.

Como la transferencia no entró, las dos Play nunca se fueron. El miércoles volvieron a hablar y quedaron en resolver qué pasó en el banco con la plata. El viernes, cuando quiso ver el perfil de WhatsApp, Lucas lo había bloqueado. Los mensajes habían desaparecido. "Ahí fue pensar ’uy, qué tranquilidad, zafé de que me estafen’", pensó.

Pero una semana después recibió vía Instagram el mensaje de un conocido del barrio que le preguntaba si estaba vendiendo productos por Marketplace. "Resulta que a esa persona no la habían logrado estafar, pero le estuvo por vender a un Facu Font un producto de un millón de pesos. Y ahí caí que estaban usando mi DNI", explica Font.

Ese mismo día, un par de horas más tarde, le escribió otra persona por Instagram insultándolo. "Devolveme la guitarra estafador, voy a ir a tu casa", amenazaba. Por las dudas llamó al 911 e hizo la denuncia. No le quisieron tomar una por usurpación de identidad y la tomaron como "intento de estafa". Con las horas empezaron a llegar más mensajes.

Esos dos fueron apenas los primeros. En los últimos cinco meses recibió más de 35 mensajes de personas que habían sido estafadas por alguien usando su identidad. Como trabaja en medios, su cuenta de Instagram es pública y fácil de encontrar.

También se contactaron con su madre, sus primos, con cualquiera que se apellidara Font. Hasta tuvo que bloquear de Instagram a su novia para que no la vinculen a él y dejen de escribirle con amenazas. "Buscaba cómo cuidar a mi gente cercana", dice.

En todos se repetía el mismo proceso: tener que explicar pacientemente que alguien lo había engañado para sacarle sus datos, que tenía denuncias policiales. En varias ocasiones terminaba consolando a los damnificados que sí habían perdido dinero o algún bien.


Los encuentros cara a cara con dos damnificados

Pero no todas las situaciones fueron amigables para Facundo Font. Es que en dos ocasiones se encontró cara a cara con desconocidos que venían a amenazarlo pensando que había sido él quien los estafaba.

"Yo justo bajaba a comprar y encontré dos pibes de mi edad que estaban en la puerta. Me dicen ’¿Facundo?’ y ahí ya entendí todo. ’Vinimos a que nos devuelvas la Play’. Ellos no me creían y yo estaba con miedo a que me metan una piña. Les bajé la denuncia para que la lean", relata. A todos los tiene que decir lo mismo: "Si, yo soy Facundo Font pero no te estafé".

Pero la segunda ocasión fue mucho más tensa y se encontró con un estafado que no lo quería escuchar. "No me quiso entender y llamó a la policía, que vino a la puerta de mi casa con un patrullero. Cuando llega al móvil le cuento al oficial, le muestro que tenía una denuncia ya realizada. Esa vez terminé llorando porque me desbordó esta situación", recapitula.

"Me cambió muchas cosas del día a día. Yo vivo en Parque Patricios desde que nací, mi familia lleva 50 años acá, pude caminar siempre tranquilo, me siento en casa. A partir de esta situación empecé a tener otras actitudes, me siento perseguido. Tengo miedo en la calle. ¿Qué pasa si alguien medio loco o agresivo viene armado a buscarme?", se pregunta.

"Si tocan el portero eléctrico me genera una sensación de ansiedad y palpitaciones. Atiendo con temor. Si hay un coche estacionado en la puerta, o si se baja alguien de un auto siento que me está viniendo a buscar. Yo laburo de caminar la calle. Y ahora si hay alguien que me mira más de cinco segundos tengo miedo", cierra Font, enfrascado en una trama que parece no tener fin. /Clarín