Los alimentos continúan subiendo y presionan a la inflación de abril
La suba de precios en alimentos continúa como uno de los motores de la inflación en Argentina. Según el último relevamiento de la consultora LCG, entre el 27 de marzo y el 2 de abril, el rubro registró un incremento del 0,8% en solo siete días, lo que proyecta una inflación mensual por encima del 3% en esta categoría esencial.
La tendencia confirma la persistente presión inflacionaria en la canasta básica, que ya había mostrado una suba del 3,7% durante las primeras cuatro semanas de marzo, según la misma fuente.
En el detalle del informe, los productos panificados lideraron los aumentos semanales con una suba promedio del 2,7%, aunque en algunas zonas, como la provincia de Buenos Aires, los incrementos llegaron al 12%.
También se destacó el aumento en el rubro lácteos y huevos, que marcó una suba del 1,4%. En contraste, las carnes mostraron una leve desaceleración, aunque igual aumentaron un 0,7%.
Con este panorama, los alimentos vuelven a posicionarse como uno de los componentes más influyentes en la inflación de marzo. De acuerdo al Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), elaborado por el Banco Central con estimaciones de consultoras privadas, la inflación del mes rondaría el 2,2%, una cifra similar a la de enero y apenas inferior al 2,4% de febrero según el INDEC. Sin embargo, los alimentos siguen por encima del promedio general.
Paralelamente, el poder adquisitivo intenta no quedar tan rezagado frente a los aumentos. Según el último índice de Bumeran, plataforma de empleo líder en la región, el sueldo promedio solicitado en febrero fue de $1.427.606, con un incremento del 3,46% intermensual.
Esta variación supera a la inflación de ese mes y refleja una recomposición parcial de los ingresos, aunque todavía persisten fuertes desigualdades dentro del mercado laboral.
El informe también resalta la gran disparidad salarial según nivel de experiencia y área profesional. En el segmento junior, el rubro Producción, Abastecimiento y Logística mostró las mayores diferencias: mientras un ingeniero mecánico aspiró a un salario de $1.700.000 mensuales, un operario en producción solicitó apenas $787.500, lo que representa una brecha del 116%.
En este contexto de suba persistente en los precios de los alimentos y tensiones en el mercado laboral, la economía argentina continúa mostrando signos de desequilibrio estructural. La evolución del salario real frente a la inflación seguirá siendo un indicador clave en los próximos meses para medir el impacto de las políticas económicas sobre el consumo y la calidad de vida.