La maldición de don Julio…

En su vida personal no tiene fisuras: está casado con su novia de barrio, tiene dos hijos y una familia que, parece, es hermosa. ¿Qué más se puede pedir?

Messi es un tipo feliz, pero un día se metió en su vida deportiva don Julio Grondona. Rápido de reflejos, el ex presidente de AFA percibió que España quería nacionalizar a La Pulta y organizó un partido “trucho” con Paraguay para que Messi jugará para Argentina y así bloquear cualquier intento de jugar para otra Selección.

Y aquello que parecía una “bendición” para prolongar las mieles del éxito que saborea en el Barcelona, terminó siendo una maldición. Porque más allá de un titulo juvenil y una medalla Olímpica, que no son poca cosa, a Messi la camiseta de la Selección le trajo más penas que alegrías, más tristezas que logros y más amargura que sonrisas.


En Barcelona lo aman; aquí nos fijamos si mastica chicle o canta el himno. En Barcelona lo minan, aquí lo putean, a pesar que el tipo vino a jugar amistosos de poca monta cuando podía disfrutar sus vacaciones merecidas.

Pero como en Argentina el único fracaso que perdonamos es el propio, perder una final es un pecado capital. Entonces lo maltratamos, lo ignoramos y hasta disfrutamos de su dolor.

¿La verdad?, se me escaparon unas lágrimas cuando lo vi llorar como un chico cuando perdimos la final con los chilenos, en serio. Y me nació un sentimiento extraño: me dolió más por Messi que por Argentina.

¿Será por que me cansó tanto desprecio para el mejor jugador del mundo?.

Messi debería haber rechazado vestir la camiseta de su país. En España lo iban a valorar más que aquí. Pero no, el prefirió aceptar la propuesta de don Julio, que al cabo terminó siendo su propia maldición.