Crimen Jimena Salas: La caja fuerte intacta, un alhajero en la cama y su celular roto

Vecinos describieron a un sujeto extraño el día y a la hora del crimen. Era de buen aspecto y tocó la puerta de algunas casas con un perrito, el que decía haber hallado extraviado en la calle.

Justicia 28/01/2020

Hasta el día en que se produjo el asesinato de Jimena Salas, el 27 de enero de 2017, en Vaqueros se habían registrado ya 10 robos. En todo 2016, en tanto, esa localidad alcanzó un registro de 109 casos, un promedio de 9 hechos por mes, así que lo sucedido en ese enero no fue diferente, estos datos dieron fuerza a la hipótesis de un robo frustrado, que cambió con el tiempo.

En este contexto, el sangriento desenlace de ese día fue inesperado para todos los vecinos, quienes comenzaron a preguntarse qué sucedió dentro de la casa de calle Las Virginias en el barrio San Nicolás, sobre todo cuando trascendió que los asesinos no se habían llevado nada de valor.

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Según lo declarado por Cajal Gauffin, en la casa sólo había 400 dólares y 12.450 pesos, dinero que estaba oculto en una caja fuerte empotrada en la pared, la cual no fue tocada por los asesinos. El único vestigio de que los homicidas buscaron algún botín fue el alhajero volcado en la cama matrimonial, aunque de allí no se llevaron nada, pues se cree que al percatarse de que las piezas eran de fantasía, perdieron el interés en el mismo. 

El único elemento que aparece en el expediente como sustraído es el teléfono celular de Jimena. Se trata de un aparato marca Samsung SG Edge, destruido por los asesinos, hallándose restos en el comedor y en la habitación matrimonial. La parte interna, en donde se resguarda la memoria, fue hallada a unos 5 kilómetros de la vivienda, a la vera de la ruta.

Esta prueba fue encontrada por la policía el mismo día del crimen y por varios meses, hasta que se logró extraer la información archivada en la memoria, se creyó que podía ser la llave del caso, pero lo extraído del aparato no fue mucho, apenas un par de fotos parciales de un sujeto. 

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El perrito

Después del llamado en el que Cajal Gauffin confirmó que iría a casa para almorzar, la fiscalía pudo establecer -en los alrededores de la casa de Jimena-  la presencia de dos sujetos, uno de ellos con un perro raza Caniche Toy ceniza, bien cuidado y con collar.

María, una vecina de Jimena, declaró que el día del crimen, entre las 12 y las 12.30, un sujeto llegó a su casa, ubicada a 100 metros de la víctima. El visitante era un hombre joven y llevaba en sus brazos un perrito.

“Disculpa, ¿este perrito es tuyo?”, preguntó el extraño. Juárez respondió que no era su mascota, a lo que el sujeto agregó: “…no sabes de quién es, parece que recién salió porque tiene la correa puesta, casi lo atropello”. La vecina, en tanto, se mantuvo apática.

afiche sospechoso crimen Jimena Salas

“Vos no lo podes tener…es que yo ya me tengo que ir a trabajar y me da pena dejarlo y que lo atropellen aquí en la calle”, insistió el sospechoso. María reiteró su negativa e inmediatamente se metió en su casa. “Disculpe la molestia”, dijo el sujeto y se marchó con el perro entre sus brazos.

Sobre esta persona, la fiscalía pudo establecer, tanto en base al testimonio de María como de otros vecinos, que el sospechoso tenía unos 30 años, estatura mediana, tez clara, cabello negro lacio, con un peinado al costado y rostro delgado. El hombre vestía una camisa clara, tipo de jean y de pantalón negro. Para los testigos, aparentaba tener un buen pasar económico.

La presencia de estos dos sujetos, uno de ellos descripto por los vecinos, son aún una incógnita para los investigadores. Lo buscaron intensamente tras el crimen, tanto en toda la provincia, como en el resto del país e incluso en países limítrofes, pero nada se sabe de ellos.

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