Le amputaron las manos y los pies por enfermarse con Covid

Medios 20/01/2021
maestra

La vida de Caroline Coster cambió dramáticamente en el 2020. Esta maestra de 58 años, que vive en Bedfordshire, Gran Bretaña, se contagió de coronavirus junto a su marido.

Si bien no padecía otras afecciones de salud -excepto por un leve asma-, su situación se complicó y en abril, un mes después de tener la enfermedad, debió ser internada en el Hospital Bedford y estuvo en coma inducido.

Sucede que a causa del Covid-19 desarrolló una neumonía, lo que la llevó a contraer sepsis, una reacción extrema a la infección que provoca la falla de los órganos vitales.

Tan mal estuvo durante esas cuatro semanas de internación, que hasta los médicos le dijeron a su esposo y sus hijas que se despidieran de ella pues, si su condición empeoraba, le iban a quitar el respirador, describe el Daily Mail.

 
Debido a una sepsis, tuvieron que amputarla para mantenerla viva. Foto: Bedfordshire Live / BPM Media

Sin embargo, la situación de Caroline cambió y se salvó gracias a una enfermera que se quedó despierta toda una noche limpiando los coágulos de sangre.

Los médicos describieron su caso como su milagro. Sin embargo, para mantenerla viva, tuvieron que desviar la sangre de sus extremidades hacia sus órganos vitales. "Cuando desperté, no estaba segura de qué era la realidad y qué no. Recuerdo que les pedí a las enfermeras que me quitaran los guantes de las manos, porque pensé que tenía guantes negros", rememora la maestra.

Y fue en ese momento cuando los profesionales le tuvieron que explicar que no estaba usando guantes sino que esas eran sus manos. "Fue así que supe que había tenido que ser amputada", le dijo al medio inglés.

Optimista sin límites, esta mujer que se convirtió en un verdadero ejemplo de vida asegura que: "Muy poco después de enterarme sentí una sensación de paz. Pensé que mis manos no me servían, entonces, por qué no deshacerme de ellas y seguir adelante".

Feliz por estar viva, considera que sus manos y sus pies no la hacen ser quien es, no forman parte de su identidad; cree que si bien le permitieron hacer muchas cosas, siempre supo que había otra manera de hacerlas.

 


Hoy ya se mueve por su casa y da paseos de casi dos kilómetros. Optimista, agradece estar viva. Foto: Beedfordshire Live / BPM Media

Gracias a la rehabilitación y su propia fuerza de voluntad, hoy ya se mueve por su casa sin ningún tipo de apoyo y con sus piernas ortopédicas puede dar caminatas a la vera del río de más de un kilómetro y medio.

Muy poco después de enterarme sentí una sensación de paz. Pensé que mis manos no me servían, entonces, por qué no deshacerme de ellas y seguir adelante".

Más allá de lo que cualquiera pueda pensar, Caroline asegura que se siente muy afortunada de tener que volver a aprender todo de nuevo, algo muy raro en el mundo de los adultos. De hecho, admite que en este momento para ella cada día es una aventura.

"Estoy en mi segunda vida ahora. Mi primera vida fue buena, al igual que la segunda. Que es simplemente diferente", dice, sin dejar de sonreír. /Clarín

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