Es traductor de Borges al ucraniano no piensa dejar Kiev: “Aquí me voy a morir”

Internacionales 11/03/2022
Sergio

Sergio Borschevsky nació en la capital ucraniana el 31 de marzo de 1946, un año después del fin de la segunda guerra. “Yo vi la ciudad destruida, entonces ahora veo todos los edificios derrumbados y pienso en mí infancia”, dice.

Junto a él está su esposa, Olena, de 70 años. Ninguno de los dos se irá de Kiev, aunque su vida hoy sea un secuestro. Cada tarde, cuando cae el sol, Sergio y Olena salen de su casa, en el piso 8 de un complejo de edificios post soviético, y se dirigen a lo de su hija. Allí pasan la noche en el refugio, y a las siete de la mañana, cuando se levanta el toque de queda, vuelven a su departamento.

Sergiooo

“Aquí está mí computadora, y tengo que revisar mí correo y responder todos los días. Además escribo artículos. Necesito estar acá, necesito mi computadora”, dice. Sergio siente que aunque no pueda tomar las armas, sus palabras son una forma de participar de esta guerra.

Muchos de esos artículos los escribe en español. En esa lengua hablamos, la misma que estudió en la Facultad de Traductores de la Universidad Taras Shavshenko.

“En Kiev teníamos una sola librería de literatura extranjera, pero era pura propaganda cubana. Así que no podía acceder a muchos autores en ucraniano. Entonces llegó Borges. Lo conocí a través de las traducciones al polaco. Ellos traducían muchas obras, y yo hablo polaco, y mi esposa es traductora del polaco. Y a través de ese idioma intentábamos conocer más libros”, cuenta.

Serioooooo

Su vínculo con la obra de Jorge Luis Borges se convirtió en su vínculo con la Argentina. Por sus traducciones recibió la Orden de Mayo y fue invitado a la Feria del Libro de Buenos Aires, que visitó en el 2019.

Me gustó mucho Buenos Aires, es una ciudad formidable para vivir, pero Ucrania es mi patria”, dice. Todo por estos días se trata de la patria.

Ahora, recita: “En la antigua Confitería del Águila, en Florida a la altura de Piedad, oímos la historia. Se debatía el problema del conocimiento. Alguien invocó la tesis platónica de que ya todo lo hemos visto en un orbe anterior, de suerte que conocer es reconocer; mi padre, creo, dijo que Bacon había escrito que si aprender es recordar, ignorar es de hecho haber olvidado”.

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