Violó a su hijastra de 10 años y la hizo abortar usando un palo

Su terrible historia se ventiló en los tribunales.

Nacional 06/09/2018
abuso

Dos hermanitas santiagueñas despertaron de una pesadilla, al ser liberadas de años de violaciones en manos del padrastro y dos tíos.

Su terrible historia se ventiló en los tribunales, ante la jueza de Control y Garantías, Pía Danielsen. Según la fiscal Judith Díaz, las pequeñas viven en el departamento Alberdi en un predio ocupado por dos familias.

A los 9 años, "S" se convirtió en esclava sexual del padrastro, quien empezó a llevarla a la cama del abuelo para violarla. Cuando cumplió 10, la niña quedó embarazada y el padrastro la obligó a abortar usando un palo.

Imposible pensar que nadie supiese el calvario de la niña, pero la madre hoy sostiene que no sabía nada.

La historia de su hermanita, de 12, ("R") no difiere mucho de la de "S". Meses atras, el padrastro viajó a Salta y los dos tíos de las niñas se asumieron habilitados para suplirlo en las calamidades.

Durante diez meses, los sujetos las violaron a su antojo, sin que ningún otro adulto sospechara nada.

Hartas, enfermas, las niñas huyeron. Un alma caritativa se apiadó al verlas deambulando en la ruta. Las rescató y entregó a una hermana mayor. Recién entonces, la joven escuchó de las niñas el crudo relato de sus inocencias perdidas.

Hoy, la Fiscalía ya les hizo Cámara Gesell a las dos hermanitas y los tres individuos saben que se les viene la noche.

El miércoles, la fiscal les arrojó sin piedad todo el Código Penal y sus defensores quedaron en "off side", paralizados e imposibilitados de ensayar una estrategia que los impermeabilice de un desenlace previsible.

"Mi mami iba a "Monte" y mi padrastro me violaba y obligaba a que le haga de todo", dijo la de 13.

"Cuatro años me violó y mis tíos parece que sabían; nadie nos defendía", acotó.

A las aberraciones padecidas, la Fiscalía incluyó la falta de sensibilidad colectiva, ya que una profesora sabía todo y no hizo nada. "Mis tíos me llevaban al monte y ordenaban desnudarme; después hacían lo que querían", relató crudamente la nena de 12.

Hoy intentan reinventarse, ávidas de una vida normal. En la práctica, regresarán a una escuela, tendrán amigos, pero imposible dimensionar las secuelas del padecimiento sufrido. No se separan. Lucen unidas, más que nunca, por el amor y el espanto.

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