Internacionales25/09/2016

Llegó la hora: Hillary Clinton y Donald Trump, debate presidencial

En medio de una campaña llena de exabruptos y de acusaciones disparatadas, la candidata demócrata y el republicano se enfrentan este lunes en el primero de tres cara a cara por TV.

El debate que se realizará entre Donald Trump y Hillary Clinton este lunes 26 en la Universidad Hofstra de Nueva York, con transmisión de la NBC, será uno de los más decisivos que se hicieron en Estados Unidos. La campaña, que hasta aquí no tiene un claro favorito, es probablemente la más extraña de la que se tenga memoria.

Los dos postulantes se destacan por tener más detractores que seguidores. Con su discurso racista y disparatado, Trump se convirtió en el candidato más polémico. Y Clinton, con su pasado regado de escándalos y sus problemas de salud, genera mucha incertidumbre. En este contexto, nadie se quiere perder un evento que puede definir el voto de millones de personas.

"Este probablemente sea el debate con la mayor audiencia televisiva de la historia, superando el récord de 81 millones de espectadores que vieron al de Jimmy Carter y Ronald Reagan en 1980, una semana antes de las elecciones. Una buena performance el lunes a la noche puede ayudar a cualquiera de los candidatos, y un resbalón o una gaffe podrían herir sus chances de llegar a la presidencia de Estados Unidos", explicó Mitchell S. McKinney, profesor de comunicación política en la Universidad de Missouri, consultado por Infobae.

El encuentro será moderado por Lester Holt y durará 90 minutos. Comenzará a las 21 horas (01.00 GMT). El domingo 9 de octubre se realizará el segundo, que transmitirán las cadenas CNN y ABC en la Universidad Washington de St Louis, Missouri. El tercero y definitivo se verá por Fox News diez días después, en la Universidad de Nevada, en Las Vegas.

Las claves del éxito

¿Qué imagen deben proyectar los contendientes? ¿Qué es lo que no deben hacer? "Los candidatos quieren dejar en claro un mensaje, reforzando las ideas promovidas en la campaña, y quieren evitar dispararse en el pie con un comentario accidentado o estúpido. No deben sonar como robots que sólo repiten respuestas (Marco Rubio fue ridiculizado por ello en la interna republicana), pero ser verdaderamente espontáneos es muy peligroso. Lo que buscan es parecer espontáneos sin serlo", contó Benoit.

Una de las críticas que habitualmente se escucha contra los debates televisivos es que son un show en el que los argumentos se diluyen ante las chicanas y el poder de la imagen. No está claro que esto sea tan así.

"Definitivamente es mucho más importante tener buenos argumentos —continuó Benoit—, aunque los comentaristas creen que la personalidad es lo más importante. Están completamente equivocados. En mis investigaciones descubrí que los candidatos que hacen más énfasis en la discusión política que en el carácter tienen mayores probabilidades de ganar las elecciones".

Trump y Clinton demostraron cualidades muy diferentes en los debates que tuvieron en sus respectivas primarias. El primero se impuso gracias a su estilo bravucón, sin pelos en la lengua, que desconcertó a sus adversarios. La segunda, en cambio, se centró en argumentar y en sacar a relucir sus conocimientos.

"El desafío para Trump será presentarse como alguien con conducta presidencial —dijo McKinney—. ¿Podrá contener su inclinación por los ataques ruines y los insultos? A diferencia de los debates en las internas, en los que había muchos contendientes, ahora tendrá mucho más tiempo para responder preguntas. No podrá llenar todo su discurso con frases simplistas de una línea o con elogios a sí mismo. Tiene que demostrarles a los espectadores que tiene suficiente sustancia para ser comandante en jefe".

Por su parte, Clinton también corre riesgos y debe ser muy cuidadosa. "Deberá poner límites a su tendencia a ser una nerd política —continuó—. Nadie mira un debate para ver quién es el más inteligente, ni quién viene equipado con el mayor número de datos y de cifras. En términos de su problema para resultar agradable, si pasa los 90 minutos corrigiendo a Trump, señalando las fallas en sus argumentos, podría ser contraproducente, ya que la haría ver petulante. Al mismo tiempo, no puede dejar que diga cualquier cosa sin fundamento, sobre todo si el moderador no interviene".

La otra amenaza a la que se enfrenta la ex secretaria de Estado es quedar muy a la defensiva por la pesada carga de escándalos y denuncias que lleva sobre su espalda. No hay dudas de que Trump intentará sacar provecho de ello.

"Si se pasa toda la noche dando explicaciones sobre sus acciones pasadas no podrá ser proactiva ni enviar un mensaje positivo, en el que demuestre que se preocupa por el pueblo estadounidense. Necesita aliviar las percepciones que la ven como una persona en la que no se puede confiar", concluyó McKinney.

Fuente: Infobae