Tadeo es único en el mundo con hemofilia y diabetes pero sonríe día a día
Su historia es inspiradora, con tan solo seis años, se enfrenta al mundo con un optimismo envidiable. Sus padres, los dos pilares fundamentales de su vida.
“Tadeo es muy valiente, más de 150 pinchazos por semana”, dice emocionado y orgulloso a la vez Alejandro, su papá desde el patio de su casa. Con seis años convive ente la diabetes y la hemofilia desde que nació, es el único caso diagnosticado en el mundo. A pesar de las limitaciones no pierde su sonrisa.
El tratamiento, con el que convive a diario “es un trámite para él, sabe que tiene que hacerlo y lo hace”, detalla su papá en una entrevista, quien asegura que nunca tuvo problemas de salud y que sin embargo le tocó vivirlo con sus hijos.
Alejandro y Sofía tuvieron que afrontar el difícil diagnóstico tanto de Tadeo como de su hermano Mateo, ambos tienen hemofilia y vivir el día a día se convirtió en todo un desafío, más aún cuando el menor fue diagnosticado con diabetes a los dos años. De niños lloraban mucho, “estaban doloridos y nos asustábamos muchísimo".
Si bien hoy aceptan la enfermedad como parte de ellos, aún no pueden convivir con la diabetes de Tadeo, “no te da respiro, es todos los días”, dijeron.
“Es muy difícil decir no”
Los desafíos los transitan a diario y si hay algo que estruja sus corazones como padres es tener el no casi como una premisa. “Es difícil decir no a todo, en un tiempo fue no al fútbol, no al rubgy, no al tenis, no a los deportes. Ahora es no a las golosinas, no a los helados, todo es no”, cuenta Alejandro sin poder contener el llanto.
Sin permiso para la resignación, se anima a contar una intimidad “yo sé que él (Tadeo) sabe que nosotros le escondemos muchos cumpleaños para no exponerlo”, algo tan simple y que le da mucha felicidad.
A pesar de todas estas cosas, Tadeo siempre está contento, con una sonrisa, “asimiló muy bien que tiene diabetes y hemofilia y conoce sus limitaciones”, cuenta su mamá.
Mateo, el mayor sin embargo debió atravesar momentos muy difíciles. “Sufrió bullying de sus compañeros, por el hecho de no poder jugar, al fútbol sobretodo. Él se la aguantó, la peleó y también cayó en un pozo depresivo. Se encerró, no quería salir”, detallaron.
Aunque supieron y saben afrontar las dificultades aseguran que con un buen tratamiento mejora mucho la calidad de vida de quienes padecen estas patologías.