Hernando de Lerma: La historia detrás del fundador de Salta

En un nuevo aniversario de la ciudad, InformateSalta indagó en la vida de Lerma, sus peleas, la mala relación con el obispo de Victoria y su final encarcelado. Las curiosidades en torno a aquel 16 de abril de 1582.

La fundación de "San Felipe y Santiago de Lerma en el valle de Salta", hoy ciudad de Salta.

Pocos más de cuatro siglos de historia encierran muchas curiosidades en torno a una ciudad que vio nacer nuestra patria, que fue testigo del milagro de la fe y que legó a la posteridad uno de los próceres más honrados y valerosos. Todo esto, después de aquel 16 de abril de 1852, cuando Hernando de Lerma fundó esta ciudad. Pero, ¿qué hay de la historia de nuestro fundador?

InformateSalta decidió conocer más del pasado de nuestro fundador, consultando al historiador Juan Oscar Wayar, quien detalló sobre la biografía de Lerma. “Muy pocos conocen que este colonizador tuvo una vida muy agitada y la mayoría de los historiadores lo tildan de tirano; aunque claro, varias de sus obras como gobernante lo pintan como un terrible y cruel personaje, por lo tanto es muy posible que su fama negativa no sea del todo infundada”, señaló.

Lerma nació en Sevilla en el año 1541, se graduó en derecho en la Universidad de Salamanca. Gracias a sus codeos con la Corte, logró ser enviado a sus 36 años a América, donde contraería un matrimonio no feliz, que terminó en juicio. Llegado a estar tierras, tiene la misión de ocupar la gobernación del Tucumán y fundar una nueva ciudad.

En sus cartas con el rey Felipe II, ambos dejan en claro que los motivos de la fundación futura de Salta sería netamente comercial: “Mediante esto habrá trato y comercio con seguridad de estas provincias a las del Perú, y las unas y las otras y provincias de Chile. Con facilidad se podrá proveer cosas de Hispania por la navegación del Río de la Plata y las costas y los fletes de mar y tierra…”.


Retrato de Hernando de Lerma.

Hombre de conflictos

El historiador Wayar cuenta que, cuando Lerma llegó a Tucumán a cumplir con una de sus misiones, se encontró con el entonces gobernador Gonzalo de Abreu. Ambos tenían "problemas personales desde hace mucho tiempo atrás”. Abreu rechazó dejar su puesto y comenzó una serie de desprestigios contra el colonizador.

Lerma resolvió encarcelar “al sedicioso y lo sometió a terribles tormentos, negándole la comida y propinándole golpes a lo largo de todo su encierro. Quizás la justicia le cayó a Gonzalo de Abreu por lo tiránico y perverso de su gobierno, el cual estuvo plagado de excesos. Pero Lerma no se quedaría atrás, este mal trato a su antecesor le causo el título de despótico y vil, ya que empezó a perseguir a todo el que estaba en el antiguo gobierno”, agrega Wayar.


Grabado que muestra la casa donde vivió Lerma. Foto de Juan Oscar Wayar.

Una fundación complicada

Las medidas “viles” de Lerma hicieron que se enemistara con el obispo Francisco de Victoria (el mismo de la historia del Milagro), a tal punto que este no quiso estar en la fundación de Salta. Lerma se quejó de la actitud del obispo ante el virrey Toledo. Esto hizo que, finalmente, Victoria asistiera “de mala gana” a la creación de la ciudad.

Los problemas siguieron posteriormente. “Ya posicionada la nueva urbe, Lerma decidió nombrar a propia cuenta al alguacil mayor y oficiales reales con voz y voto en Cabildo, para que salgan electos los que quisiere y fuere su voluntad. Esto motivó a una denuncia por parte de los contrincantes de Lerma, la cual se elevó a la Audiencia General”, señaló Wayar.


Distribución de solares en la fundación de 1582. Imagen de Juan Oscar Wayar.

Ante la “lluvia” de acusaciones y denuncias contra Lerma, se decidió secuestrar sus bienes y detenerlo. Nuestro fundador dejó su casa frente a la iglesia San Francisco rumbo a Santiago del Estero, en 1585. En el camino fue apresado y llevado a la cárcel de Tucumán. Seis años después de lo enjuició y se lo llevó a la cárcel real de Madrid. Falleció en 1592, un año después de su sentencia y a 10 de crear Salta. “Sus restos fueron echados al campo para que se lo comieran los caranchos y animales salvajes (pero) un viejo amigo se apiadó y le dio cristiana sepultura”, concluye el historiador.