Día del Guardaparque Nacional: “Yo tengo el mejor trabajo del mundo”

Georgina Carattoni es salteña, tiene 30 años y desde hace cuatro meses trabaja en el cuidado y preservación del Parque Nacional Baritu. Conocé su historia.

Alejada del ruido de la ciudad, Georgina Carattoni, vive rodeada de naturaleza, sus días transcurren en la yungas de Santa Victoria, el sonido de las aves silvestres, el caminar de los “bichos” como ella les dice, el golpe de la lluvia sobre la inmensa vegetación son su casa, asegura tener el mejor trabajo del mundo, es guardaparque.

Hoy se conmemora el día nacional del guardaparque y nosotros te contamos su historia. “Tengo 30 años y me gradué hace seis. Ahora estoy destinada al Parque Nacional Baritu en la Reserva Nogalar de Los Toldos. Elegí ser guardaparque porque desde chica me gusta el campo, la conservación y cuando encontré esta carrera no lo dudé ni un segundo”, contó.



Mientras prepara su mochila para ingresar al campo durante seis días, contó lo que significa vivir tan cerca de la naturaleza. “Sé que esta es una profesión poco conocida, pero es tan noble, animo a los jóvenes a que aprendan y nos ayuden a controlar y vigilar las áreas protegidas, los recursos naturales son de todos y no los podemos renovar, por eso nuestro compromiso es tan grande”.

En el Parque ubicado en  la eco región de las yungas,se conserva mucha diversidad, está en muy buen estado porque tiene una  dificultad de ingreso, es a pie y con mochila, no hay senderos marcados para autos ni caballos. La pachamama es sabia y se protege de alguna manera”, explicó.

Allí con la vegetación en su estado más puro transcurren sus días, no sólo cuidan el lugar sino que hacen de nexo entre las comunidades que viven en la zona, trabajan en educación ambiental y buscan evitar el deterioro del parque. Por eso realizan expediciones de monitoreo y control.



“Este trabajo te llena de satisfacciones, la fauna nativa, ver como se mueven y trasladan a pesar de nuestra presencia. Los niños que  pasar a jugar, rodeados de verde,  es algo que te llena el corazón. Es un trabajo hermoso y muy sacrificado, llueva, truene, haga mucho calor o frío hay que salir al campo”, aseguró.

Georgina agradece el apoyo de su familia, quien sin dudarlo la soltó para que cumpla su sueño. “Gracias a Dios no vivo lejos de casa, se extraña, pero saber que uno está haciendo lo que le gusta y que los tuyos te apoyan es una gran satisfacción”. Hoy vive en la Reserva Nogalar de los Toldos, a 600 metros del Parque y a 16 kilómetros de la localidad Los Toldos. En el corazón de la yunga encontró su lugar en el mundo.