Una tabacalera salteña trabaja con paridad de género e incluyó a una chica trans
La empresa decidió que sea una política institucional. En temporada alta las mujeres llegan a superar el 50 por ciento. Lideran en empaquetamiento, administración, control de calidad, ventas y área contable.
Por decisión institucional, una empresa tabacalera salteña tiene un plantel integrado en un 50 por ciento por mujeres para las diferentes etapas del proceso. En temporada alta, el cupo llega a ser mayor. Oriana, una chica trans, está entre las trabajadoras, informó El Tribuno.
Al primer pie que se pone en la fábrica Tabes -en el Parque Industrial- ya se puede percibir un ambiente poco común. La bienvenida está en manos de una mujer, la guardia de seguridad. Cuando se ingresa al salón de empaquetamiento se observan cerca de cincuenta personas trabajando alrededor de mesas. Las gorras confunden, pero al afinar la vista se puede ver que se trata casi en su totalidad de mujeres. Por cada mesa repleta de empleadas hay tan solo dos o tres varones en el extremo que se dedican a llenar las cajas y trasladarlas.
Algunas, presurosas, pesan el tabaco. Otras lo empaquetan mientras que otras terminan de embalar. La mayoría proviene de barrios vecinos a la fábrica como Villa Mitre, Solidaridad o Villa Las Rosas. Entre las mujeres uniformadas pululan otras que entran y salen del salón hacia las diferentes oficinas. La empresa, que le dio vida en los años 80 al famoso "Achalay", empleó a mujeres en las diferentes áreas.
"La empresa decidió hace un tiempo ir a la paridad de género, siendo que es una industria que en general emplea a muchos hombres para cortar los fardos y llevarlos a las estufas de tabaco. Las mujeres son muy buena mano de obra, son más cuidadosas", sostuvo Javier Gristelli, gerente de marketing y desarrollo.
Actualmente son cerca de 50 mujeres y representan al 50 por ciento del staff. Este porcentaje se eleva en temporada alta, cuando llegan a ser 120 las que se suman al proceso de preindustrialización del tabaco, con el despalillado y selección.
"Nuestra paridad de género está por encima de las demás empresas. Nosotros nos abrimos. Incluso tenemos a Oriana, una chica trans que está totalmente integrada. Para nosotros es también parte del desafío integrar a todas las personas por igual", agregó Gristelli.
Desde el 2013 la empresa comenzó a comercializar el tabaco para armar y es la única que ofrece un producto final para el consumo. Ante el aumento de la demanda, en un contexto de crisis en el que muchos fumadores optan por lo más económico, la empresa creció en este rubro, y le dio casi la totalidad del trabajo de esta área a las mujeres. "Hoy estamos con una producción en la que podríamos evaluar poner máquinas para el envasado, pero la dirección de la compañía está firme en la decisión de dar trabajo e incluir a las chicas que son de los barrios de alrededor. Es un compromiso serio que asumimos con la gente", resaltó Gristelli.
Madre y trabajadora
"Yo armaba el Achalay", bromea Norma Aramayo mientras amasa un pan de tabaco, refiriéndose al ícono de consumo de antaño. Trabaja hace 35 años y es una de las primeras empleadas que tuvo la empresa. Ahora es la encargada de coordinar a sus compañeras. "Rinden bastante las chicas, así que todo bien", asevera. Al ser consultada sobre la idea que subsiste de que trabajar con mujeres puede complicarse por su condición de madres, lo desmiente y advierte que "saben separar los roles". Agrega además que hay un acompañamiento entre ellas: "Si a alguna se le enferma el hijo, hay mucho compañerismo. Tratamos de que las chicas se sientan bien si alguna tiene enfermo a su hijo para que estén tranquilas. Aquí somos como una familia, compartimos muchas cosas entre nosotros".
Al buscar una compañera "que se anime a hablar" todas vitorearon a Sarita, que con 65 años empacaba silenciosamente las bolsas de tabaco para armar. "Todas son muy compañeras, pero siempre hay que guardar tranquilidad", dice en tono de consejo. Sara López entró a la fábrica luego de que su marido quedara sin trabajo. "Yo soy abuela pero dejo todo en mi casa y vuelvo a trabajar. Si tengo a alguno enfermo, otra persona me lo ve, pero yo vengo a trabajar", afirma para desmentir que las mujeres descuidan el trabajo por la familia. Es la de mayor edad y se codea con otras compañeras más jóvenes, con las que asegura que se divierte.
Pero las mujeres no solamente están encargadas del packaging, sino que también lideran en el departamento de ventas, diseño y desarrollo de productos, administración, la parte financiera (comercio exterior) y el sector contable, donde hay dos mujeres a cargo.
También están encargadas del control de calidad. Susana Villa y su compañera son las responsables del sector. "Estas tres balanzas miden palo y humedad. Se miden las salidas de keysin que se anotan en la carpeta, y comparamos con lo que larga la picadora para saber la diferencia y sacar el resultado ideal. También se mide el producto terminado. Si la caja está bien, se va. Si no, se la separa", explica Susana.
"Una trans cuida más el trabajo"
Oriana, una mujer trans, asegura que acceder a este trabajo formal le salvó la vida.
Con 32 años trabaja para mantener a su hija
Lo que sería un trabajo más para cualquiera, para Oriana Lagoria es un milagro. "Mis amigas me preguntan cómo hice para entrar y les cuento que presenté un currículum, me llamaron, vine a hacer la entrevista y quedé", aseguró, aún sorprendida por algo que a ella misma le costó creer.
La mayoría de sus amigas quedan atrapadas en la prostitución o en trabajos que no eligen, como el de peluquería. "Es horrible, casi el 90 por ciento de mis amigas falleció. Todas las chicas trans no llegan a superar los 40 años, soy de las pocas que quedamos de esta edad. Soy una bendecida", aseveró la mujer, de 32 años.
Oriana consiguió este empleo para poder mantener a su hija. Aseguró sentirse cómoda y que en ningún momento se sintió discriminada, "ni por mis compañeras", resaltó. "Este trabajo me hizo sentir segura de mí misma, para no pensar en otras cosas. La mayoría de las chicas trans somos estigmatizadas, no nos quieren abrir las puertas", indicó, al mismo tiempo que manifestó que le gustaría que se aprobara el cupo laboral trans en Salta. "Es muy difícil para una chica trans salir de la calle y de la marginalidad a la que te impulsa la sociedad", manifestó.
Consultada sobre por qué las empresas temen emplear mujeres trans, indicó que es por temor y prejuicio: "La empresa teme ser discriminada. Por el que dirán, no se abren. Salta es de doble moral. Muchas chicas son abandonadas por la familia o por la salud en hospitales que no te quieren atender. Si tuviéramos trabajo estable todo sería diferente. Es más, una chica trans a la que le dan una oportunidad, cuida mucho más el trabajo porque teme perder esa fuente laboral", aseguró.