Testimonios agravan la situación del cura Rosa Torino acusado de abuso
Hoy se realizó la sexta jornada juicio que juzga al sacerdote Agustín Rosa Torino, por abuso sexual gravemente ultrajante agravado en perjuicio de dos víctimas y abuso sexual simple agravado por una tercera. Los testimonios siguen complicando al acusado.
La jornada inició con el testimonio de una monja integrante del instituto fundado por el acusado, quien sostuvo que desde 2004 hasta 2015 fue servidora general del instituto y aseguró no haber presenciado los hechos por los que se lo acusan. Además negó que existieran directivas para no murmurar sobre algunas situaciones, “en la murmuración hay mucho de mentira” sentenció.
La declarante continuó con su testimonio al afirmar que la exmonja víctima no estaba medicada psiquiátricamente, ya que no visitaba a un psiquiatra y que en caso de conocer sobre los abusos, habría intervenido por su rol de superiora general. Sobre uno de los curas que dijo haber sido abusado por el acusado, lo describió como una persona inestable y dijo notarlo triste algunas veces.
El segundo testigo en prestar declaración, fue un subalterno en el instituto de Rosa Torino desde 2002 hasta 2011. Afirmó descubrir que el acusado lo vigilaba, por lo que perdió la confianza en el instituto del que pudo salir gracias a la ayuda de su familia y a pesar de que el clérigo se opusiera.
Prosiguió con su declaración al contar que el ministro de la iglesia lo llevó a su habitación para revisarle los testículos. Además aseveró que el imputado hacia chistes y comentarios con connotaciones sexuales y que incluso, en una oportunidad, el sacerdote lo invitó a pasar la noche en su habitación para ver una película.
Al salir de la congregación, no quisieron entregarle su documentación por lo cual efectuó una denuncia penal y destacó que en el instituto buscaban distanciar a los integrantes de sus familias, ya que estos “los apartaban de Dios”.
Una tercera persona en prestar declaración, pidió hablar sin la presencia del sacerdote por temor a represalias por parte de el o su entorno.
Contó que en su experiencia llegó a ser diácono al momento de su retiro en septiembre de 2016. A pesar de ser paciente oncológico, comentó, que se lo maltrató y humilló. También declaró haber notado cambios anímicos en dos de las víctimas y que luego de hablar con el monseñor comisario, comenzó a recibir mensajes vía WhatsApp, en el que le decían que era malo, leucémico y que ninguna otra comunidad lo recibiría.