Policiales Por: InformateSalta17/02/2022

Cartas de amor, alfajores y falsas promesas del abusador de la nena de 13 años

De la denuncia de la madre y el relato de la propia víctima, se pudo conocer el patrón utilizado por el acusado para engañar y violar a la menor de 13 años, quien, pese a mostrarse enamorada, se resistió todo lo que pudo al abuso.

Entre otros detalles del abuso sexual por el cual fue condenado Hugo Fernando Rodríguez, de 21 años, se pudo conocer cómo fue el ardid desplegado por el joven albañil provenientes de Salvador Mazza para engañar a la sobrina de una vecina de la casa de su hermano, a quien terminó sometiéndola sexualmente.


Obligó a la nena de 13 años a grabar un video para no ir preso


Por este hecho, desde InformateSalta recordamos que Rodríguez fue condenado por la jueza Victoria Montoya a la pena de tres años de prisión por el delito de estupro y 6 casos de desobediencia judicial, sentencia a la que se arribó mediante un juicio abreviado.

En su denuncia, la madre de la menor contó que tras descubrir el supuesto noviazgo no sólo se opuso férreamente sino también lo denunció. Esto, derivó en una orden de prohibición de acercamiento a la menor y a todos los lugares que la misma frecuente.

Esta medida, sin embargo, no impidió que Rodríguez siga con su plan, el que abonó con cartas de amor que solía entregarle a la menor, a quien la esperaba en la parada del colectivo en el barrio 15 de Septiembre, cada vez que la menor volvía de la escuela.

Lo hacía siempre acompañado de su moto, en la cual subía a la niña y la llevaba a dar paseos, los que siempre terminaban en las márgenes de los ríos Wierna o Mojotoro, donde después de unos cuantos besos apasionados, comenzaba a tocarle los pechos y sus partes íntimas a la víctima.

“Toqueteos del abusador”

Al relatar esos episodios, la misma menor sostuvo que, en un principio, el acusado lo hacía por encima de la ropa. Y cuando se resistía a que siga con esa práctica, sacaba algún regalo, como alfajores o le hablaba de las andanzas con sus amigos, con quienes siempre anda armado.

Contó que en un comienzo (en marzo del año pasado) aceptó tener “algo más” con Rodríguez, quien la acosaba todos los días con sus paseos campestres hasta que la madre de la menor lo denuncia, ocasión en que fue examinada por un médico para detectar si había sido abusada, pero todo salió negativo debido a que “eran toqueteo nomás”.

Después de eso, pasaron tres meses, hasta que Rodríguez volvió a la carga. En el reencuentro, la adolescente le dijo que sólo quería ser su amiga, lo que rechazó porque “ella ya era de él”, tras lo cual la tomó del cuello y le hizo un “chupón”, para luego obligarla a que se lo hiciera a él.

Con el tiempo, el noviazgo furtivo siguió su marcha con cartas de amor, paseos y regalos que no pasaban de un collar de fantasía y alfajores. Luego, Rodríguez pasó a otro nivel y comenzó a preguntarle si estaba lista para “entregarse” a él.

Escenas de celos

Como no podía faltar, también hubo escenas de celos, como la sucedida cuando ella se presentó en su casa, en el barrio Juan Manuel de Rosas, lo que generó el reclamo de parte del acusado, a lo que la niña le dijo: “No te puedo ver acaso”.

O la protagonizada por el acusado, cuando la vio con otro amigo en la calle y le advirtió que “si la veía con otro la mataba”. Después de ese episodio, Rodríguez retomó el tema del acto de amor, en el cual la menor debía entregarse, incluso habló de tener un hijo y que se haría cargo de cuidar de ambos.

En junio, un día sábado, el acusado la fue a buscar y la llevó al río Mojotoro, donde repitió la misma rutina de abrazos, besos y tocamiento de las partes íntimas de la menor, quien en todo momento se resistía a que Rodríguez vaya más allá.

Esa tarde, sin embargo, el acusado parecía tener todo preparado, pues armó una cama con ramas y acostó sobre ella a la menor. Le sacó los pantalones y luego accedió sexualmente pese a los ruegos de la menor para que se detenga.

Luego, y ante las muestras de dolor de la menor, el abusador se detuvo. Por último, y para cubrirse, sacó su teléfono celular y obligó a la niña a grabar un video en el que exculpaba a Rodríguez.

En su testimonio, la menor afirmó que se resistió varias veces, pero que no pudo hacer mucho debido a la superioridad física del acusado, quien también la tomó del cuello con fuerza, lo que le causó gran temor a que pudiera ser aún más violento.