El caso del albañil que vino de Salvador Mazza y se instaló en el barrio 15 de septiembre, y fue acusado de abusar de una menor de 13 años de edad, generó amplias repercusiones.
Fue la madre quien comenzó a estar atenta y sospechar de una supuesta amistad con su hija, hasta que radicó una denuncia que acompañó con otros datos que pudo establecer, a partir de una investigación que ella misma llevó adelante, la identidad del hombre.
Sus pesquisas tuvieron éxito, pues se enteró de las visitas furtivas del acusado y también que Rodríguez siempre rumbeaba hacia la ribera de uno u otro río, por lo que volvió a indagar a su niña, quien insistió en era amigos y se negó darle otros datos del condenado.
No obstante, y gracias a los vecinos que le contaron lo que sucedía en su casa cuando no estaba, pudo no sólo identificar al acusado sino también donde vivía y hasta detalles de una cita que planificaba tener con su hija, información que proporcionó a la policía, lo que derivó en una orden de prohibición de acercamiento hacia la menor.
Creyó que con esa denuncia terminaría todo, pero no fue así, pues el acusado, pese a estar notificado de la orden de restricción, violó esa medida en seis ocasiones, las que se sucedieron hasta junio de ese mismo año, cuando Rodríguez logró su cometido.
Sus paseo solían terminar siempre en la ribera de uno u otro río, con besos y caricias que, poco a poco, se extendieron a las partes íntimas de la joven.
Como en otras oportunidades, el acusado se encontró con la menor, la llevó hasta una zona ubicada en las márgenes del río Mojotoro, donde preparó una cama con ramas silvestres y abusó de la niña, a quien luego la obligó a grabar un video.
En el mismo, la menor aparece diciendo: “Yo (su nombre), tengo 13 años y hoy viernes me entrego a Hugo porque lo amo”. La filmación, según lo explicado por el abusador, era para que no vaya preso, lo que finalmente no pudo evitar, pues ahora permanece tras las rejas en el penal de Villas Las Rosas.