Abuso sexual: Vergüenza y vulnerabilidad los motivos que retrasaron la denuncia
Aunque recién empieza sus estudios, una valiente joven ya ganó su primera batalla legal al lograr que los hombres que la violaron por años estén presos. Aun así, su vida no es fácil, pues enfrenta constante altibajos que vienen de un pasado atroz.
El Ministerio Público Fiscal reveló el caso de una joven que, al llegar a los 18 años, se presentó ante la justicia y denunció los abusos sexuales sufridos por más de 13 años y que derivó en un pedido de juicio contra dos hombres. Su historia devela otros aspectos que podrían ser tomados como indicadores de situaciones similares.
InformateSalta pudo conocer con más detalle los hechos y el trabajo realizado, en este caso, por el fiscal penal Rodrigo González Miralpeix, quien partió de la denuncia radicada por la propia víctima el 19 de octubre del 2020, apenas cumplió los 18 años.
Esta indicación, no es menor, pues al iniciar el relato de su denuncia, expresó que ya había cumplido los 18 años y quería relatar lo sucedido desde que tenía cinco. Su madre, al declarar sobre el caso, aportó mayor información en cuanto a por qué su hija esperó la mayoría de edad para develar todo.
"Yo nunca tuve pareja porque no quería darle un padrastro por temor a que le pasara algo"
“Cuando le pregunté porque no contó todo esto antes, me dijo que fue porque le daba mucha vergüenza y tenía miedo que por contarme yo me quedara sin trabajo y no teníamos ayuda de nadie en ese momento”, sostuvo la madre, quien reconoció que, efectivamente, la situación económica de ambas no era la mejor.
Esta situación, sin dudas, estaba presente en la realidad de la joven, quien lo dejó claro en su denuncia al “deslindar de responsabilidad a su madre, quien de muy niña le puso niñeras para que la cuiden, ya que solo quería verla bien y trabajaba todo el día para darle un mejor bienestar”.
A pesar de que no quiso cargarla con culpas, su mamá asumió gran parte de esa responsabilidad al declarar y reconocer que no debió haberla dejado sola, aunque no supo cómo salir adelante siendo madre soltera y sin recursos económicos a mano para garantizar la subsistencia de ambas.
Ahora, tras la denuncia y el proceso penal que derivó en la detención de Merardo Velázquez y Emilio López, de 73 y 43 años respectivamente, su madre cambió de parecer, a tal punto que buscó la ayuda de su familia para salir adelante. “Hable con mi madre para que me ayudara económicamente, porque mi deseo es estar el mayor tiempo posible con mi hija, ella estudia abogacía, pero tiene altibajos depresivos, así que ahora no salgo a trabajar”.
Sobre este punto, y según surge, tanto de lo denunciado por la víctima como lo relatado por la madre y lo afirmado por la psicóloga al indicar que no se observan rasgos de mendacidad en la denuncia, se advierte cómo la preocupación por el aspecto económico era percibida por la joven como un aspecto primordial, incluso al punto tal que anuló cualquier posibilidad de develar los abusos que sufría.
Esta situación, sin embargo, logró ser superada. Por un lado, la misma víctima aguardó paciente la oportunidad de acudir a la justicia y develar a sus abusadores, tal vez en la creencia de que debía ser mayor para denunciar. La madre, en tanto y al conocer la situación, dejó de lado las preocupaciones económicas, buscó la ayuda de su familia y ahora, ambas trabajan juntas para salir adelante.
Perversos
Más allá de la endeble situación económica, sin dudas, la perversidad de los dos acusados, al aprovecharse del estado de indefensión de la menor, no tiene ninguna justificación, pues ambos, conocedores de los esfuerzos de su madre, abusaron de la joven.
Velázquez fue el primero en hacerlo, de la denuncia surge que el acusado, tío de la primera niñera contratada por la madre de la víctima, solía abusar de la joven, en ese momento de 5 años, atándola de la cama para así someterla a todo tipo de vejámenes sexuales.
Posteriormente, López, hijo de la segunda niñera, una mujer que solía vender garrafa y, por ende, a veces se iba de casa. En dichas ocasiones, el acusado abusaba de la menor, a quien obligaba a que le practique sexo oral, entre otras aberraciones.
Estos abusos, según la pericia psicológica, alteraron la percepción sexual de la menor, en quien se pudieron identificar “indicadores ligados a vulneración de su integridad sexual, angustia frente a la sexualidad, experimentación de aspectos desagradables ligados a dicha área”.
También se advierten signos de “rechazo de la figura masculina, vivencia de estar dañada por situaciones traumáticas, estado de ánimo depresivo, distorsión del esquema corporal, mientras que su espacio vital se encuentra invadido por conflictos con escaso bagaje defensivo para resolverlos”.
Este daño causado es lo que llevó al fiscal a imputarle a ambos acusados el delito de abuso sexual gravemente ultrajante, agravador por la guarda, calificación penal que, según la escala penal, podría derivar en una condena de más de 15 años de cárcel para ambos imputados, quienes esperan el juicio tras las rejas.