Justicia27/04/2022

La Santa Sede prohibió a la Carmelitas involucrarse con las actividades de la Virgen del Cerro

El conflicto entre el Arzobispo de la provincia, Monseñor Mario Cargnello y las monjas Carmelitas Descalzas del Convento San Bernardo, tras la denuncia por violencia de género sumó un nuevo capítulo y es que la Nunciatura Apostólica, les prohibió involucrarse en las actividades de la Virgen del Cerro, que sería una de las principales causas del conflicto.

A través de un documento explicaron que el anuncio ya fue realizado tanto al Arzobispo como a las Madres Carmelitas; donde además las exhortaron a cumplir con el claustro y que María Livia Galiano de Obeid deje de utilizar las instalaciones del Convento.

En el documento se les hizo entrega de las indicaciones emanadas por la Congregación para la Vida Religiosa y Sociedades de Vida Apostólica como consecuencia del atento examen de los informes de los Visitadores y de las Reverendas Madres Carmelitas.


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Primero explicaron que el Monasterio tiene su debida autonomía aún estando bajo la vigilancia del Obispo diocesano cuya autoridad y acción están establecidas por el derecho, sin embargo está integrado en la Iglesia local, y cualquier implicación directa o indirecta del monasterio en la vida de la Iglesia local y en el apostolado debe ser concordada y realizada con el permiso del Obispo diocesano.

Fue allí cuando ordenaron que “la Comunidad de las Hermanas Carmelitas de Salta no debe en ningún modo involucrarse en actividades ligadas a la así conocida Obra yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús y sostener esta actividad, que claramente tiene sus repercusiones entre los fieles, que constituyendo una forma de apostolado está bajo la exclusiva autoridad del Obispo del lugar, inclusive la supervisión del apostolado hecho por los laicos y sostenido en diferentes maneras por el convento en el contexto de las denominadas apariciones mencionadas en la documentación recibida. Le espera al obispo del lugar, o a través de él a la competente Congregación de la Sede Apostólica discernir su veracidad y autorizar las prácticas de culto en este contexto”.


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En el documento explica que: “La Comunidad de las Hermanas de Salta está obligada a la estricta observancia de las normas de ley en este aspecto, incluida la estricta observancia de la clausura monástica. Permitir a los fieles laicos de residir en modo permanente en el terreno del monasterio, de participar de forma habitual a la vida de la comunidad monástica, y permitir a los peregrinos de acceder al terreno del Monasterio, constituye una clara implicación de la Comunidad del Monasterio en los asuntos de la Obra yo soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús y yo soy el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, contra la voluntad del Obispo y de los sacerdotes de la Diócesis, que lleva a una división de la comunidad de la Iglesia local”.

Dijeron además que "El Monasterio permitió “a la "vidente", la Sra. María Livia Galiano de Obeid, vivir en los locales propios y asignando algunos espacios para los peregrinos cercanos a este contexto, está claramente involucrado completamente en esta obra, contra la voluntad de la Iglesia local”.

Finalmente fueron exhortadas al “diálogo con el Obispo del lugar, se debería instituir  una forma estable de reuniones regulares, que serviría para enfrentar las situaciones problemáticas de modo continuo”.