Internacionales09/02/2023

Frío, hambre y desolación tras la tragedia: casi 20.000 muertos en Turquía y Siria

El frío, el hambre y la desesperación se extendieron sobre cientos de miles de personas que se quedaron sin hogar tras los terremotos que sacudieron Turquía y Siria hace tres días, mientras que el número de muertos superó ya los 19.000 este jueves.

El rescate de un niño de dos años tras pasar 79 horas atrapado entre los escombros de un edificio derrumbado en Hatay, en Turquía, y de varias personas más, levantó el ánimo entre los cansados equipos de búsqueda, pero se desvanecían las esperanzas de encontrar a muchos más con vida entre las ruinas de pueblos y ciudades.

Se trata de la mayor catástrofe natural ocurrida en la región desde 1999, cuando un movimiento de similar intensidad causó más de 17.000 muertos en Turquía.

Un responsable turco dijo que la catástrofe planteaba "dificultades muy serias" para la celebración de unas elecciones previstas para el 14 de mayo, en las que se espera que el presidente Tayyip Erdogan se enfrente al reto más difícil de sus dos décadas en el poder.

Con la ira latente por la lentitud en la entrega de la ayuda y los retrasos en la puesta en marcha de las labores de rescate, la catástrofe está destinada a influir en la votación en caso de que se realice.

Mientras tanto, el primer convoy de las Naciones Unidas con ayuda para los sirios afectados cruzó la frontera desde Turquía.

En la provincia siria de Idlib, Munira Mohammad, una madre de cuatro hijos que huyó de Alepo tras el terremoto, declaró: "Aquí todo son niños, y necesitamos calefacción y suministros, anoche no pudimos dormir porque hacía mucho frío. Se está muy mal".

Sobre el terreno, muchas personas en Turquía y Siria pasaron una tercera noche durmiendo a la intemperie o en automóviles a temperaturas invernales bajo cero, con sus casas destruidas o tan sacudidas por los temblores que no se atrevían a volver a entrar.

Cientos de miles de personas se han quedado sin hogar en pleno invierno. Muchos han acampado en refugios improvisados en aparcamientos de supermercados, mezquitas, a los lados de carreteras o entre las ruinas, a menudo desesperados por conseguir comida, agua y calor.

En una gasolinera cercana a la ciudad de Kemalpasa, la gente rebuscaba en cajas de cartón con ropa donada.

En la ciudad portuaria de Alejandreta, periodistas de Reuters vieron a gente apiñada alrededor de hogueras en los costados de las carreteras y en garajes y almacenes medio derruidos. Las únicas luces eran los focos que enfocaban las grúas que intentaban retirar losas de escombros.

Según las autoridades, en Turquía se derrumbaron unos 6.500 edificios y muchos más sufrieron daños en la zona del terremoto, donde viven unos 13 millones de personas.

Durmiendo al borde de la carretera
La agencia de catástrofes turca estableció puntos de encuentro para las personas que se habían quedado sin hogar y querían ser evacuadas de la zona. Hasta el momento se ha evacuado a más de 28.000 personas.

En Maras, la gente acampó en el interior de un banco, pegando una sábana en la ventana para tener intimidad. Otros se habían instalado en la hierba entre los dos carriles de una carretera principal, calentando sopa instantánea en hogueras y envolviéndose en mantas.

En Antioquía, unas 30 tiendas levantadas por la Media Luna Roja Turca en un parque estaban abarrotadas. Muchas personas pasaron la noche en sus automóviles. Pocas gasolineras tenían combustible y en las que había se formaban colas kilométricas.

En la devastada ciudad siria de Jindires, Ibrahim Khalil Menkaween caminaba por las calles sembradas de escombros aferrado a una bolsa blanca doblada para cadáveres. Dijo que había perdido a siete miembros de su familia, entre ellos su esposa y dos de sus hermanos.

"Estoy guardando esta bolsa para cuando saquen a mi hermano, al hijo pequeño de mi hermano y a las esposas de ambos, para poder meterlos en bolsas", dijo. "La situación es muy mala. Y no hay ayuda".

La cifra de muertos en Turquía ascendía a 16.546 el jueves por la mañana. En Siria, ya devastada por casi 12 años de guerra civil, han muerto más de 3.000 personas, según el Gobierno y un servicio de rescate en el noroeste controlado por los rebeldes.

Según las autoridades turcas, unos 13,5 millones de personas se han visto afectadas en una zona que abarca unos 450 kilómetros desde Adana, en el oeste, hasta Diyarbakir, en el este. En Siria, hubo muertos hasta en Hama, a 250 kilómetros del epicentro.

Descalzos y magullados
Aún quedaban algunos señales de esperanza. Imágenes turcas de última hora del miércoles mostraban el rescate de algunos supervivientes más, entre ellos Abdulalim Muaini, que fue sacado de su casa derrumbada en Hatay, donde permanecía desde el lunes junto a su esposa muerta.

Los equipos de rescate sacaron a una mujer herida de 60 años, Meral Nakir, de entre los escombros de un bloque de apartamentos en la ciudad de Malatya, 77 horas después del primer terremoto, mostró la cadena estatal TRT en una cobertura en directo el jueves.

Descalza y con la cara amoratada, Nakir fue envuelta en una manta y llevada a una ambulancia que la esperaba.

Muchos en Turquía se han quejado de la falta de equipos, experiencia y apoyo para rescatar a los atrapados, a veces incluso mientras se oían gritos de auxilio.

La principal carretera de acceso a Antioquía se atascó mientras los residentes intentaban salir de la zona siniestrada y los camiones de ayuda se dirigían a ella, lo que ralentizó aún más las labores de socorro.

Tras las críticas recibidas por la respuesta inicial, Erdogan dijo el miércoles en una visita a la zona de la catástrofe que las operaciones ya funcionaban con normalidad y prometió que nadie se quedaría sin hogar.

No obstante, la catástrofe supondrá un reto adicional en las elecciones para el presidente, quien gobierna desde hace tiempo.

Cualquier percepción de que el Gobierno no está abordando la catástrofe adecuadamente podría perjudicar sus perspectivas. Por el contrario, analistas afirman que podría reunir el apoyo nacional en torno a la respuesta a la crisis y reforzar su posición.

Un responsable dijo a Reuters que era demasiado pronto para tomar una decisión sobre las elecciones, señalando que se había anunciado un estado de emergencia de tres meses y que alrededor del 15% de la población de Turquía vivía en la zona afectada.

"Parece que hemos salido del periodo electoral en el que acabábamos de entrar. Estaremos atentos a la evolución de la situación, pero por el momento hay dificultades muy serias para celebrar elecciones el 14 de mayo", declaró.

Siria, desbordada
En Siria, los esfuerzos de ayuda se ven complicados por un conflicto que ha dividido el país y destrozado sus infraestructuras.

El-Mostafa Benlamlih, alto responsable de ayuda de la ONU en Siria, dijo que 10,9 millones de personas se habían visto afectadas por la catástrofe.

El embajador de Siria ante las Naciones Unidas admitió el miércoles que el Gobierno carecía de capacidad y equipamiento, culpando a más de una década de guerra civil y a las sanciones occidentales.

El presidente sirio, Bashar al-Asad, ha presidido reuniones de emergencia sobre el terremoto, pero no se ha dirigido a la nación en un discurso o rueda de prensa.