Sociedad15/08/2023

Médica salteña donó médula ósea y salvó una vida a miles de kilómetros

En un mundo a menudo marcado por la rutina y el estrés, hay personas que eligen extender la mano y brindar esperanza a quienes más lo necesitan. Daniela Rivera, una dedicada médica dermatóloga salteña de 41 años de la localidad de General Güemes, es un ejemplo conmovedor de este tipo de generosidad. Daniela relató a El Tribuno su historia de valentía y solidaridad, y de acuerdo a sus propias palabras, se siente "más feliz que antes".

La historia de Daniela comenzó hace varios años, cuando un profesor suyo la inspiró a donar sangre en su cumpleaños. "Me pareció una acción muy linda, entonces yo también empecé con esa práctica de donar sangre", compartió Daniela, que en poco tiempo lo hizo hábito y aprovechaba la oportunidad del camión de donación de sangre que visitaba su pueblo cada mes.

La vida de Daniela dio un giro inesperado cuando, en una de sus donaciones, le preguntaron si estaría dispuesta a ser donante de médula ósea. Sin dudarlo, aceptó. "Donar médula ósea es donar vida en vida, algo tan maravilloso", expresó con pasión.

Su camino para convertirse en donante no fue fácil, pero Daniela se mantuvo firme en su compromiso. Hace dos meses atrás fue contactada por el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), que le informaron de que era compatible con un paciente enfermo. Con emoción en su voz, recordó el proceso detallado y coordinado, desde las pruebas hasta las evaluaciones médicas a las que se tuvo que someter en el hospital Alemán, en Buenos Aires.

"Cuando me toman esa muestra, pasan creo que como dos o tres semanas. De Buenos Aires me llama Rocío para comentarme que sí, que realmente era compatible con el paciente, y si yo quería continuar los pasos que debía seguir", recordó.

Su decisión de continuar fue firme y, tras una serie de exámenes médicos y preparativos, se embarcó en el proceso de donación. La donación de médula ósea es un proceso que requiere valentía y compromiso, y Daniela lo entendió completamente. En cada etapa que le tocó atravesar le dijeron que ella podía desistir de realizar la donación, por lo que sostiene que nunca se sintió obligada a continuar sin importar las circunstancias.

Después de un proceso meticuloso, que incluyó inyecciones y cuidados médicos, finalmente llegó el día de la donación, que se concretó a principio de este mes. "En mi caso, no me acuerdo cómo es el nombre, pero es por vía periférica, me sacaban sangre de los dos brazos, de un brazo sale sangre que va a una máquina que separa las células que necesita y vuelve, por otra vía, al otro brazo, la sangre a mi cuerpo", describió con claridad.

La ansiedad de Daniela por realizar la donación lo antes posible era tal que no la podía manejar. "En todo momento se me tranquilizaba de que había que respetar los pasos, había que respetar un tiempo, porque todo es coordinación", compartió. 

Su enfoque en la importancia del proceso y el estado de salud del paciente, del que solo sabe que es de Estados Unidos, mostró su sensibilidad y empatía. "No se compara con nada. Yo realmente soy una bendecida de haber sido encontrada para poder realizar esta acción que me reconforta todo el tiempo", destacó.

Daniela Rivera es médica dermatóloga, tiene 41 años y es el vivo ejemplo de cómo un corazón generoso y comprometido puede iluminar la vida de quienes la rodean. Su historia, arraigada en Jujuy, revela la magnitud de su empatía y el poder transformador de un simple acto.

"Nací en Salta Capital, pero viví toda la vida en Perico, Jujuy", compartió Daniela. Años después, en 2008, la joven profesional se mudó a General Güemes para completar su residencia en Medicina General. Allí, en el camino de su formación médica, también encontró el amor. "Bueno, conocí a mi marido y me quedé a vivir en Güemes. Y acá formé mi hogar, tengo tres hijos preciosos de nueve, seis y cuatro años", dijo orgullosa.

También hizo otra parte de su formación (cuarto rural) en Coronel Moldes, y en 2012, inició la especialidad en Dermatología en el hospital Señor del Milagro de la capital salteña por cuatro años más, en los cuales viajó todos los días desde Güemes.

Pero su compromiso no se detiene con su propia donación; Daniela también inspira a otros. Su esposo, Marcelo Aguilar, que la acompaña siempre encontró en la historia de Daniela una fuente de inspiración para convertirse también en donante.

"Mi marido está feliz. Él no era donante de médula ósea, pero ahora dice que se va a inscribir para ser donante porque compartió todo esto, la calidez, la alegría de toda la gente que nos rodeó. Realmente maravilloso", destacó.