“Por día tenía 20 clientes”, el crudo relato de una salteña prostituida por líderes Umbanda
Tras el fallo que dispuso una reparación económica millonaria por la explotación sexual que sufrió por parte de los líderes de un templo Umbanda, la víctima dio detalles escalofriantes sobre los 44 meses de terror que todavía hoy le provocan pesadillas.
“Llegué a ellos quebrada espiritualmente, y me destruyeron”, confesó la mujer, identificada como N.A., quien reveló que incluso, la forzaron a cerrar su negocio para dedicarse por completo a la religión.
Los problemas empezaron cuando se rebeló por primera vez. “Fue más o menos a los dos años, cuando les dije que me quería poner en pareja”, contó N. A. a este medio, y añadió: “Me dijeron que no debía, y que si lo hacía me iban a castigar”.
Fue entonces cuando empezó a ser explotada sexualmente. “Por día tenía que hacer 20 clientes y un porcentaje del dinero que me pagaban se lo tenía que dar a ellos (Villalba y Arroyo), contó la mujer, y detalló: “Me mandaron sólo con un cuaderno, para que después les hiciera la rendición”. Fue el comienzo. Porque los viajes de “trabajo” se siguieron repitiendo.
“Por día tenía que hacer 20 clientes y un porcentaje del dinero que me pagaban se lo tenía que dar a ellos"
También detalló que era sometida a prácticas de tortura que “usaban para corregir” a los desobedientes. “Me echaron tierra de cementerio encima, me quemaron y me hicieron cortar las manos y la boca”, relató. Y precisó: “Me decían que ese dolor que sentía, era el que sentían ellos cuando yo hacía algo mal”.
Al poco tiempo supo que su padre estaba muy mal de salud, pidió permiso para ir a verlo y se lo negaron. Por eso cuando supo que se había muerto, se animó a enfrentar a los ministros del culto. “Esa fue la vez que me hicieron caminar sobre brasas ardientes”, apuntó. Después, “me arrodillaron y me pegaron latigazos para que aprendiera”, sumó.
"Me hicieron caminar sobre brasas ardientes, me arrodillaron y me pegaron latigazo"
Fue con esa sesión que el velo cayó completamente de sus ojos y N.A. entendió que su vida estaba en riesgo.