El camionero habría intentado violar a María Cash, no pudo, y por eso la mató: La hipótesis de la Fiscalía
Héctor Romero, detenido en el marco de la investigación por la desaparición y presunto asesinato de María Cash, enfrenta un escenario judicial cargado de inconsistencias en sus declaraciones y huecos en sus movimientos que refuerzan las sospechas de la Fiscalía. A más de una década de los hechos, el proceso apunta no solo a la figura del camionero, sino también al rol de su entorno laboral y personal.
Desde que fue identificado como la última persona que habría visto a María Cash con vida, Romero brindó múltiples declaraciones, pero todas ellas presentan inconsistencias. En un principio aseguró haber dejado a María en la Difunta Correa, un conocido punto de la Ruta Nacional 34.
Sin embargo, en sus versiones posteriores ubicó el lugar de descenso en otros puntos de la ruta, como el paraje Palomitas, siempre contradiciéndose. Esto resulta particularmente llamativo dado que Romero era un experimentado conductor que transitaba frecuentemente esa ruta y conocía cada detalle del recorrido.
Para la Fiscalía, las pruebas apuntan a que Romero habría levantado a María Cash con intenciones de agredirla sexualmente
Brindó tres declaraciones diferentes, no solo a las autoridades de seguridad de la provincia de Salta, sino también al diario La Nación. En las declaraciones detalla que dejó a María Cash: antes de llegar a la Difunta Correa, en el paraje denominado Palomitas, sobre Ruta Nacional 34, un poquito antes en diagonal a la Difunta Correa y al llegar a la Difunta Correa. En ningún momento coincide su relato.
Por otro lado, en relación al análisis de las sábanas telefónicas y registros de antenas arroja vacíos temporales en los desplazamientos de Romero el 8 de julio de 2011. Según los datos, desde que ingresó a J.V. González a las 18:42 hasta que llegó al supermercado a las 19:15, transcurrieron 33 minutos, un tiempo inusualmente extenso para recorrer solo 1,5 kilómetros. De igual manera, en su viaje de regreso a Güemes, una demora de más de 50 minutos sobre el tiempo habitual sugiere que Romero realizó actividades no declaradas.
Nadie sabe dónde estuvo Romero en esos vacíos de tiempo lo cual incrementa la sospecha de su culpabilidad.
Además, el patrón de conducta del camionero se interrumpió de forma llamativa un mes después de la desaparición, cuando permaneció detenido en una zona específica de la ruta por más de una hora, lo que no corresponde con sus movimientos habituales. Se trata de la zona del Tunal, un lugar que en algún momento se dijo que estaría el cuerpo de la diseñadora, pero que nunca se comprobó tal teoría.
La figura de Romero no opera en solitario. Su entorno laboral y familiar también aparece implicado, tanto en conversaciones telefónicas como en la actitud de encubrimiento que evidencian. Su jefe, Miguel Segura, expresó abiertamente su preocupación por el impacto del caso en su empresa, sugiriendo que la conducta del camionero había causado un "quilombo". Por otro lado, su hermano Dardo Romero, y otros allegados insisten en sostener una narrativa uniforme, subrayando la necesidad de evitar contradicciones.
Para la Fiscalía, las pruebas apuntan a que Romero habría levantado a María Cash con intenciones de agredirla sexualmente. El lugar donde habría abordado a la joven, difícilmente accesible para un camión, y sus numerosos intentos de ocultar información, refuerzan la sospecha de un acto premeditado. Las declaraciones de los lugareños de la Difunta Correa, quienes afirman no haber visto a ninguna mujer en el lugar, desmienten aún más la versión de Romero.
Con la indagatoria de Romero y el escrutinio de su entorno, la Justicia busca reconstruir los últimos momentos de María Cash. La posibilidad de encubrimiento por parte de su empleador y familiares también está bajo análisis, en un caso que apunta a resolver más de 13 años de incertidumbre.
La compleja trama de contradicciones, omisiones y sospechas plantea interrogantes sobre la verdadera implicación de Héctor Romero y las consecuencias de su accionar en la desaparición de María Cash.
Lo cierto es que 13 años y medio después de su desaparición, nadie volvió a saber de ella.