Sociedad30/03/2010

El club de las neodivorciadas

Sin pareja, Pamela David, Viviana Canosa y Malala Groba se muestran poderosas. Reclusión y caprichos de soltera. Dónde encontrarlas.

Ya lo decía Freud en los albores del psicoanálisis. La compulsión a la repetición es un accionar de todos. Y cuando observamos las decisiones de las personas y suponemos que son actos individuales, todo parece demostrar que no es así. Cuando una mujer argentina se divorcia –en dulce montón y con efecto dominó– el grupo se multiplica y aparece el club repleto de señoras clonadas.

La última exponente que hizo público su desamor fue la conductora Pamela David, quien repleta de lágrimas y angustia, confesó desde la pantalla del programa que la tiene abonada –Animales sueltos– su divorcio con el basquetbolista Bruno Labaqué. La bomba morocha dijo que intentó todo tipo de engranajes para conservar su amor: terapia de pareja, extrañamientos consecutivos en pos de avivar la llama; pero nada dio resultado. “Cuando se termina, se termina”, expresó. David va de su casa al trabajo y del trabajo a casa. Aunque la malicia de algunos describe su presente junto a un importante empresario de medios, la modelo prefiere la reclusión de lo privado.

Pocas semanas antes, la ex rojo shocking Viviana Canosa anunció su separación del productor Daniel Tobal luego de dieciséis años de relación. Así adelantó la vuelta de su programa: renovada en todos los sentidos, en veta cromática capilar, en estilo televisivo y en estado civil. Algo más flaquita y con menos tirria chimentera, la conductora estrena vida reseteada. “Recuperé mi esencia, mi niño interior y la libertad. No le debo explicaciones a nadie. Fueron muchos años junto a mi pareja, yo soy eso también, pero ahora me centré en mí. Me quedo hasta la hora que quiero escuchando música, hago lo que me da la gana y no tengo que rendirle cuentas a nadie. Una cuando está casada durante tanto tiempo como yo, se achancha. Y no lo digo porque andaba de batón, sino que te dejás estar.” Canosa vuelve a pisar la cancha de las disponibles con más seguridad que nunca. “Si quiero mostrarme frágil y vulnerable, lo hago. Me gusta darme mis gustos, mis caprichos. Le pido a mi mano derecha, Javier Musetti, que me compre las cosas en que no había reparado antes por la locura del trabajo y de la rutina. La cartera que tanto me gusta de la avenida Alvear, o un reloj que tanto quería. Yo soy de perfil muy bajo, no me gusta mucho salir pero me encanta comer con amigos, recibirlos en casa y agasajarlos.”

La iniciadora de esta tendencia fue Paula Robles a fines del año pasado. Marcelo Tinelli y la bailarina tomaron la decisión de separarse a pesar de los rumores que los juntaron y separaron durante años. El animador más famoso del país se recluyó en Punta del Este para revivir un verano posadolescente de salidas, chicas y estruendo; su ex optó por la candidez de una isla caribeña oculta, junto a sus hijos. El silencio es su marca registrada. Sin embargo y más que nunca, se la ve sonriente y distendida. Robles sale como nunca con amigos del mundo de la danza y el arte, se deleita con espectáculos del off que había abandonado, y juega al frisbee con amigos de la juventud. Se viste como quiere –calzas, zapatos bajos y sweaters gigantes–, sin sentir la presión hipersexuada de las chicas de la farándula, mundo afín a su ex marido.

Silvina Luna también se separó de su novio surfista Martín Vari, cuando terminaba 2009. Se la vinculó con Marcelo Tinelli en enero, y con el cantante Iván Noble hace unas semanas. Sin embargo, ella se dice sola. “Siempre estuve de novia y es la primera vez que disfruto de la soledad. Ahora tengo una libertad sana. Necesitaba reencontrarme conmigo misma”, explica con serenidad.

Todas repiten lo mismo. La felicidad ante la incipiente vida en solitario. Como las demás y a diferencia de los muchachos famosos que quedan solos y arrasan en las noches porteñas, Luna abraza el perfil agazapado. “Me encanta estar en mi casa, juntarme con amigos y cocinar.” ¿Será la alimentación la opción perfecta para seducir a estas mujeres en estado de soledad?

No parece ser el caso de Malala Groba, la reciente ex novia del jefe de gobierno Mauricio Macri. Su práctica favorita es el gimnasio, donde no falta a la cinta ni que la maten. Sus músculos crecen minuto a minuto, no así su desmesura. Amante de las discotèques en la década del ochenta, hoy Malala prefiere la corrección política de las galas de beneficencia. Y el verano esteño por obligación, donde mostró su cuerpo fibroso en la playa con amigos. Misteriosa, la morocha gélida no expone sus preferencias. Salvo el target a apuntar: ABC1.

La top model Paula Colombini, luego de años de matrimonio feliz y una hija en común, se separó de su manager-marido Patricio Colman. Ante el estupor de sus colegas, la bella señora devino en señorita hace poco más de un mes, luego de 16 años de relación. Y también, como las demás, prefiere el cobijo de la casa en las afueras y el cuidado de la huerta, que ir de tour de copas.

Sin embargo, nuestras damas no son las únicas que dieron el portazo con más o menos estrépito. En las últimas dos semanas, la espléndida actriz británica Kate Winslet entregó un comunicado de prensa explicando que se divorciaba del director Sam Mendes. No daba más explicaciones, pero la prensa rosa advirtió la presencia de una tercera (Rebecca Hall, la protagonista junto a Scarlet Johansson, de Vicky Cristina Barcelona) en discordia. En espejo, la premiada Sandra Bullock recibía el Oscar a la mejor actriz por el film Un sueño posible, y al día siguiente se retiraba del hogar conyugal que compartía con el luchador Jesse James, por infidelidad. La actriz, quien se había hecho cargo de la hija pequeña de James, con austeridad y discreción, no explicó más. Él, mientras, pide disculpas, manda a callar a una porno star que dice haber tenido sexo con el forzudo, y espera taciturno.

Las mujeres contemporáneas se divorcian y no muestran sus miserias. Guardan la tristeza entre sus cuatro paredes y se exponen trabajadoras y exitosas. Vulnerables, las menos. Todopoderosas y emprendedoras, sin esperar que sus ex actúen por reacción.

Fuente: Portal de Internet