Fue emotiva la visita de Don Bosco en Salta
La imagen de Don Bosco conteniendo reliquias, pasó por Salta y su visita dejó un sello inconfundible en cada miembro de la gran Familia Salesiana y también en aquellos que se acercaron a recibir los restos del fundador de la obra. La alegría se vivió a pleno, fue una fiesta del corazón que demostró el carisma que caracteriza a cada salesiano.
“En Camino con Don Bosco” es un periplo que recorre los cinco continentes en preparación al 150º aniversario de la fundación de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco, que se vive en el marco del Año Sacerdotal.
El sábado, desde muy temprano, la multitud se congregó en las afueras de la ciudad, con banderas y cánticos emocionados a esperar la llegada de la combi que trasladaba la réplica de la imagen del Santo, que está en la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco (Turín, Italia) y que en su interior guarda restos de los huesos de la mano derecha de Don Bosco.
Fueron dos días de intenso sentir. Durante el sábado y el domingo, distintas comunidades veneraron la presencia del Santo y rindieron emotivos homenajes, acompañados de cantos, misas y vigilias.
Las tres casas salesianas de esta ciudad (Colegio Angel Zerda, Colegio María Auxiliadora y Colegio Ceferino Namuncurá) se vieron desbordadas de fieles que se acercaron a saludar a su santo patrono.
Ayer, luego de una ceremonia celebrada en la Catedral Basílica, las reliquias partieron rumbo a Formosa, próximo punto de la peregrinación.
Un sueño hecho realidad
Desde su infancia en el pueblito italiano de I Becchi, Don Bosco soñó con una misión, asistir a la niñez pobre y desamparada, y a esa tarea le dedicó su vida. Creó una obra religiosa y social de gran evergadura que actualmente se conoce en 124 países de los cinco continentes. Su especial devoción a María Auxiliadora, lo sostuvo hasta su muerte en 1888, a los 72 años. El 2 de junio de 1929 fue proclamado beato y el 1 de abril de 1934, el papa Pío XI lo declaró santo.
Una propuesta de vida y de cambio
Hace algunos años, llegué al Salesiano guiada por el entusiasmo de otros que ya conocían la obra y contagiaban esa inexplicable alegría que nace de vivir las cosas cotidianas.
Fue la experiencia de crecer entre amigos y animadores descubriendo un carisma diferente, profundo que implicaba entrega por los demás y una consolidación como persona. Era asumir un compromiso de construir algo diferente y ser útil a la sociedad.
Con esta visita de las reliquias de Don Bosco se renueva esa espiritualidad que a todo salesiano ha marcado y reúne también a aquellos a quienes el ritmo vertiginoso de la vida alejó de la obra. Más quedan las raíces que nunca se olvidan y de seguro allí volveremos a buscar el rumbo de nuestras propias existencias.
Fuente: Diario El Tribuno