Política02/04/2016

Juan Manuel Urtubey, en la fina línea entre apoyar y desmarcarse

Tras la aprobación del acuerdo con los holdouts, el gobernador salteño decidió aprovechar su discurso ante la legislatura local para enviar un mensaje a la Rosada. Reafirmó su respaldo a Gioja para el PJ y le bajó el pulgar a Scioli

En la misma semana en que el Senado dio la última puntada a las leyes que deberían destrabar el acuerdo con los holdouts, el peronismo empezó a dar señales de impaciencia. El gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey decidió utilizar el discurso de apertura de sesiones ordinarias de la legislatura de su provincia para enviar un mensaje a sus interlocutores del Gobierno nacional. Para asegurarse de que llegara a destino, convocó a un grupo de periodistas de Buenos Aires -entre los que se encontraba Infobae-, y compartió con ellos un almuerzo, en el que no hubo off the record: de local, Urtubey tiene un dominio escénico que, en la Capital Federal, aún no ha puesto del todo a prueba.

¿Cuál fue el mensaje que Urtubey envió a la Rosada? Que el apoyo para aquellos puntos en los que acuerdan se mantiene, pero también que el presidente Mauricio Macri deberá mostrar resultados. Urtubey dijo, ante casi todos los diputados y senadores locales a los que saludó uno a uno -faltaba el Partido Obrero, que tiene varias bancas por la buena elección que hizo en algún momento en el distrito, pero que cedió terreno en octubre pasado-, que "la Argentina no está bien", y aunque defendió el diálogo y el apoyo que ha dado a las medidas de "sinceramiento macroeconómico", también exigió al Gobierno nacional que las reuniones -debidamente documentadas por el aparato de comunicación macrista- comiencen a dar resultados.

"Estamos todos de acuerdo, nos llevamos divino, tomamos café, tenemos una espléndida relación política pero el poncho no aparece", dijo ante periodistas, tras haber reclamado en su discurso "más avances concretos" para el Norte, y "menos anuncios grandilocuentes".

Los "avances concretos" que exige van en varias direcciones y no son únicamente económicos. En ese campo, el gobernador salteño deja traslucir su desacuerdo con las políticas de shock -y esgrime para ello los aumentos de tarifas escalonados que realizó con los servicios provinciales-, aunque evita la palabra "ajuste". Habla de "sinceramiento", "acomodamiento" o "estabilización de las variables macroeconómicas" y reclama al gobierno que "amortigüe" el impacto de sus decisiones para "generar condiciones para que el crecimiento económico pague una parte del sinceramiento argentino".

A diferencia del macrismo, Urtubey no es tan optimista, y no cree que sea en el tercer trimestre sino en el último cuando comience la reactivación de la economía. Da por descontada una baja de la inflación -"inevitablemente, porque por toda la actualización de tarifas y todo el reacomodamiento de precios, el impacto más fuerte se da en el primer trimestre"-, pero teme por el costo social que, hasta octubre, alguien deberá pagar.

Aunque está lejos de los días en que la provincia era postergada -por su manifiesta enemistad con la ex presidente Cristina Kirchner- en el reparto de fondos, tiene reclamos al respecto: asegura que sólo le pagaron el 20% de la deuda que la Nación tiene acreditada con su provincia -algo acordado en febrero-, y que "el reloj sigue contado": a la deuda que se sumará cuando la gestión de Cambiemos termine su auditoría, también se debe adicionar la que se sigue generando. También en la discusión por la coparticipación señala reuniones, cafés, fotos y acuerdos que, al final del día, no reportan resultados. Urtubey ensaya un neologismo, para una simpática explicación: "en mi provincia, estoy del otro lado: yo sé lo que es burocratear; cuando yo quiero burocratear algo lo burocrateo, y ahorro plata...".

Más allá de lo económico, también señala retrasos de gestión en otras áreas: por ejemplo, en la reforma política -que, dice, copia el modelo de su provincia, con el voto electrónico como estandarte-. Allí, hay acuerdos básicos, pero el proyecto no avanza, cuando para respetar una tradición política argentina debería hacerse este año, y no en el mismo año de un comicio.

En cualquier caso, si bien sus declaraciones tuvieron tono de advertencia, reafirmó sus convicciones dialogistas, "deponer actitudes que te distancien y profundizar las cosas que te encuentran", algo que jura practicar con sus coprovincianos, incluso con el trotkismo que ayer se ausentó de la Asamblea Legislativa. El momento de desmarcarse, llegará con las legislativas del año próximo.

Para este momento, cree que el ex gobernador sanjuanino José Luis Gioja es el hombre ideal para conducir el PJ, aunque minimiza la contienda: las PASO 2017 dirimirán la verdadera conducción partidaria. Al pasar, consideró "desopilante" la posibilidad de que Daniel Scioli -candidatura que supo apoyar tempranamente- presidiera el partido: que un perdedor lidere el partido "atenta contra todo lo que se ha escrito de política", explica.

Con el kirchnerismo -al que distingue del peronismo- sólo tiene en común la mutua voluntad de no querer saber nada el uno con el otro. Pasó ya un año de la última vez que habló con Cristina Kirchner, dato que no le despierta pasiones. En el fondo, cree que el kirchnerismo, más allá de la intensidad de sus adherentes, camina hacia su extinción. En ese vía crucis, no caben los escándalos de corrupción: no hay allí lectura política que hacer, sino, en todo caso, condenas -"toque a quien toque"- o absoluciones que la Justicia deberá dirimir.

Si bien 2019 queda lejos, no descarta anotarse en una carrera a la que no se echará si la "construcción colectiva" de la que participa no lo requiere. Una construcción en la que, por el momento, Sergio Massa no tiene lugar, a quien acusa de tomarse "libertades creativas" por no tener la obligación de gobernar.

Urtubey, en cambio, además de consolidar una nueva pareja a nivel personal, debe seguir gobernando una provincia, prolijamente, si quiere que sus aspiraciones presidenciales sean serias. Si bien Salta goza de mejor imagen que sus vecinas -en gran parte por la promoción turística nacional e internacional que comenzó con su antecesor y probablemente siga con quien lo suceda-, enfrenta problemas de pobreza, sobre todo en comunidades aborígenes. Para ellas, prometió profundizar la asistencia sanitaria y de desarrollo, además de la educación transcultural.

Por último, una curiosidad: en una provincia en la que las escuelas públicas siguen dando educación religiosa, Urtubey citó al Papa, algo infaltable para todo peronista que se precie. Sin embargo, el mencionado esta vez no fue Francisco, sino Juan Pablo II.

Fuente: Infobae