Primera hija adoptiva de un matrimonio igualitario en Salta

El juez Marcelo Albeza fue quien concedió la adopción a la pareja. Hace un año y medio que son una gran familia.

Sociedad 13/11/2016

Cuando le avisaron que habían sido seleccionados para ser los papás de Fernanda, Gustavo compró un par de zapatillas pequeñitas y fue a buscar a su marido al trabajo. Al llegar le entregó la caja que llevaba adherida una nota: "Mis primeros nuevos pasos los quiero dar con vos, papá". Así se enteró Adolfo de que nunca más caminarían solos.

Lo primero: un aviso en el diario. Una convocatoria de ADOPCIÓN. Una nena que esperaba una familia en un hogar. Y dos hombres que soñaban con ser papás. La determinación, la ansiedad y el amor, todo en medidas grandiosas. Es la historia de Adolfo Montenegro, Gustavo Gómez y Luz María Fernanda Gómez Montenegro: el primer matrimonio igualitario en adoptar en Salta. Hoy, a un año y medio de esta nueva vida y con la partida de nacimiento y el documento recién llegados, la familia y parte del equipo de la Secretaría Tutelar, que acompañó todo el proceso legal, compartieron una tarde de diálogo con El Tribuno.

"Mi sobrina me llama y me dice que se había enterado de una convocatoria pública para adoptar a una nena de cinco años con síndrome de Down. Y hace mucho tiempo que estaba en nuestros planes ser papás", cuenta Gustavo al inicio de la entrevista con el diario. Eso ocurrió un viernes a la mañana. El lunes siguiente, a las 7, el ya estaba en la puerta del Poder Judicial, con una ficha impresa y pocos datos: se buscaba una familia para una niña de cinco años con síndrome de Down.

Hubo tres presentaciones formales, de las cuales una no fue viable. Entonces, la carpeta de Gustavo y Adolfo, junto a una más, fueron enviadas al juez. Tras varias entrevistas con la pareja y reuniones con el entorno de cada uno, se determinó que su perfil era el más adecuado.

El día que fueron a conocerla se levantaron muy temprano y se dijeron "Nos ponemos lindos y nos vamos". "Hoy sentimos que Fer merecía eso, el hecho de prepararnos para ser padres", dijo Adolfo. "La conexión con ella se dio desde el primer momento", agregó.

Gustavo contó también que la posibilidad de adoptar fue un tema que conversaron mucho, casi desde el inicio de su relación, hace doce años. "Cuando Gustavo me contó lo de la convocatoria lo primero que sentí fue miedo. Miedo a no ser buen padre y también a no conocer lo que significaba esta discapacidad, que él me iba contando, pero que en un momento se te queman todos los papeles. No hay un libro ni una receta que enseñe a ser buen padre. Me tranquilizó mucho porque yo lo veía a él muy seguro también", contó.

Gustavo es psicopedagogo y trabaja mucho con chicos con síndrome de Down. Adolfo es docente y trabaja como supervisor en el Ministerio de Educación de Salta. Se casaron hace dos años, poco tiempo antes de presentarse a la convocatoria de adopción de Fer.

"Nunca sentimos el prejuicio o la DISCRIMINACIÓN, ni tampoco nos sentimos solos. Uno tiene mucho prejuicio quizás al decir que el sistema es burocrático y eso de que "menos para un matrimonio igualitario y menos en Salta''. Y si todo lo que vivimos como papás en el día a día ayuda que los otros puedan cambiar la mirada y no quedarse con los prejuicios, buenísimo. Aprendimos que la mirada del otro es eso: la mirada del otro", coincidieron Gustavo y Adolfo.

Magia. Los profesionales usan ese concepto para describir el desarrollo psicofísico de Fer. La nena tiene síndrome de Down libre pero por la falta de estimulación y por un retraso mental moderado, también tiene problemas motrices. "Fer tenía cinco años al momento de la adopción, pero evolutivamente tenía la de un niño de un año. No sostenía la mirada, no jugaba, solamente agarraba los juguetes y se los llevaba a la boca, con mucha estereotipia, es decir, con movimientos repetitivos", contó Gustavo.

"Nosotros la conocíamos a Fer y verla hoy es casi como algo mágico. Eso tiene que ver con que pudo encontrarse a sí misma dentro de una familia", dijo el asistente social Mariano Silisque.

"Yo quiero destacar el trabajo del Hogar Cuna, que es el lugar en el que Fer estaba antes, porque fue muy importante. Ofelia Humacata, la directora, y todo el personal, es gente que se ocupa mucho pero no tiene lo que tiene una familia. Hoy vemos que desde antes de su llegada, la nena ya tenía un lugar primordial en esta familia y no solo en la familia nuclear sino en la familia ampliada. Una institución por mejores intenciones que tenga no es un lugar óptimo. A partir de la adopción y ocupando este lugar, Fer comenzó a desarrollarse porque, además, en una familia hay personas estables y eso también te permite proyectarte como individuo, es la base de despegue desde donde crecer", destacó el psicólogo de la Secretaría Tutelar, Matías Palomo. Adolfo contó que el primer día que Fer llegó a la casa parecía que hubiese nacido allí. "La conoció a su abuela, a su primo, a sus tíos y a otras primas y desde el inicio el vínculo con la familia fue impresionante".

Comenzó hidroterapia, psicopedagogía, fonoaudiología, psicomotricidad y el jardín en Tai Creativo. "Esa es una parte muy importante de la vida de Fer. A las dos semanas de hacer natación y asistir al Tai comenzó a caminar sola. Nos dijo "papá'' y comenzó todo un trabajo de integración del jardín. Es una institución de pedagogía alternativa, entonces respetan los tiempos tanto de Fer como de todos los chicos", contó Gustavo. No tiene maestra integradora, va a los paseos de la escuela sola y ha logrado gran autonomía. Hoy come sola, toma la leche sola en la taza, sonríe y se comunica con mucha más fluidez.

Fernanda ha crecido de manera inimaginada en el último año y medio.

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