El que gana, gana y el que pierde… critica al voto electrónico

Como malos perdedores que son, resulta más conveniente echar culpas a los demás que asumir las propias ineficacias.

Nos referimos al caso de Jorge Guaymás, diputado provincial que busca revalidar su banca. Con su partido Por la Cultura, Educación y Trabajo sacó un pobrísimo 2.63% de los votos, unos 6.707 sufragios. Con ese porcentaje es muy probable que se quede afuera de la Legislatura en octubre.

Sin remordimientos, declaró esta semana al semanario El Expreso que “mucha gente no supo votar. Tenemos dos meses para demostrar que podemos tener más votos, va a depender de cómo le enseñamos a la gente a votar y cómo penetramos de nuevo en cada familia”.

Resulta ahora que la culpa de sus pocos votos no es de que los salteños no lo quisieron votar, sino que es la gente bruta, y poco instruida de Salta que no eligió su carita entre todas las que la pantalla les presentaba. Entonces, Guaymás no va a hacer campaña de por qué alguien lo debería votar, sino que va a trabajar para el Tribunal Electoral, enseñando cómo votar.

La culpa es del voto electrónico

Otra candidata que adoptó idéntica actitud es Frida Fonseca Lardies, de PAIS, a quien le fue peor que a Guaymás. Sacó en las PASO 4.698 votos y sacó el 1.84% del total, es decir, casi no hace ni piso.

Pero lejos de decir que la gente no la votó porque no la identificó, o porque se pasó de un partido a otro un mes antes de las elecciones, o que su estrategia no funcionó, adoptó la postura facilista de cuestionar al voto electrónico.  

“Muchos dirigentes políticos y ciudadanos se han comunicado conmigo y me han planteado dudas, y es la posibilidad de que realmente la elección haya tenido cierta manipulación en los resultados. A mí la verdad que el voto electrónico nunca me ha dejado certezas, sobre todo es un modelo de voto que en el mundo se ha ido abandonando… Es un modelo que está en cuestionamiento, hay mucha gente que manifestaba que no le salía el resultado que se pretendía o que pensaba, eso lo hemos escuchado muchos dirigentes y evidentemente nos hace prestar atención a un sistema que quizás no sea el mejor”, dijo ayer por FM Aries.

Agregó que “en este sistema del voto electrónico en realidad el ciudadano y los dirigentes políticos pasan a ser fieles creyentes de su voto, porque la verdad que no sabemos qué es lo que pasa dentro de la máquina, hay expertos que plantean que los software son manipulables y que con una pequeña modificación se los puede alterar fácilmente”.

Lo curioso es que siempre quienes plantean dudas sobre los resultados son los perdedores, que lejos de asumir errores propios se convencen de que la culpa es de los demás, o de algo externo.

Lo hizo Juan Carlos Romero en las últimas elecciones a gobernador, quien dijo le hicieron trampa tras perder y por mucho con Urtubey; pero no lo hizo Bettina Romero, la hija, luego de las PASO, ya que consiguió un buen resultado y fue la más votada. En este caso no hubo fraude.

Tampoco se quejó el Partido Obrero cuando en el 2013 ganó la senaduría por la Capital.

Son muchos los ejemplos de quienes repiten esta fórmula, luego de resultar con una cantidad de votos por debajo de sus expectativas (vaya a saber uno fundadas en qué): echar la culpa, o al salteño que es “opa” y no sabe votar; o son las maquinitas que hacen trampa, pero sólo competen errores para perjudicarme a mí. ¿Llamativo no?