Antes de que se lanzarse el primer satélite al espacio y diese comienzo la carrera espacial, nadie podría imaginar el impacto que esta tecnología iba a tener en nuestro día a día y la manera en la que nos relacionamos.
Si bien no es la única industria que se ha beneficiado de ellos, la agricultura es de las que mayor beneficio ha obtenido; pese a ciertas reticencias iniciales de los agricultores, su influencia no deja de crecer gracias a la aportación de datos que entregan y, actualmente, algunas de las funciones que realizan son las siguientes:
- Monitorización de la salud de los cultivos: Gracias al software de agricultura, es posible conocer en qué condición están los cultivos a distancia y a gran escala, determinar sus necesidades y controlar su crecimiento.
- Gestión del agua: Los agricultores pueden gestionar el suministro de agua, evitando exceso o falta de riego, gracias a los datos recogidos por los satélites.
- Previsión meteorológica: Los fenómenos climatológicos tienen un impacto negativo en la salud y rendimiento de los cultivos, por lo que una previsión acertada y la posibilidad de reaccionar con tiempo a los cambios meteorológicos es primordial.
- Aplicación de fertilizantes: Una distribución uniforme e indiscriminada de fertilizantes puede llevar a un rendimiento más bajo en el campo; los datos de satélite indican a los agricultores la cantidad exacta de fertilizantes que hace falta y dónde.
Los satélites y los macrodatos (Big Data)
El objetivo de la agricultura de precisión es recopilar datos exactos para que los agricultores se adapten a cualquier situación. Parte de la solución proviene de los satélites, que orbitan a unos 650 km. de la superficie terrestre y que contribuyen a recoger datos sobre los cultivos y a mapear cualquier terreno, por inaccesible que pueda ser para los humanos.
Desde hace unos años, existen diferentes tipos de satélite encargados de proporcionar información crucial, especialmente aquellos que son capaces de tomar imágenes de alta resolución, como es el caso de los Sentinel o Landsat-8. Gracias a la evolución alcanzada en materia de almacenamiento, es posible guardar enormes cantidades de datos en la nube, accesibles desde cualquier lugar con conexión a Internet, que arrojan datos muy precisos y que, a día de hoy, son imprescindibles no solo para los agricultores, también para diferentes instituciones como universidades o institutos de investigación.
Para complementar estos datos de satélite, a nivel de campo ha entrado con fuerza el uso de drones, que permiten capturar datos desde muy cerca y que solventa los problemas típicos de otros vehículos terrestres, cuya movilidad, puesta en funcionamiento, visibilidad y conectividad es peor y más costosa.
Desde un punto de vista económico, es cierto que lanzar un satélite al espacio es muy costoso, pero una vez en órbita los gastos de mantenimiento son muy bajos, lo que a largo plazo puede llegar a compensar comparando con otros vehículos diseñados para capturar datos, que requieren un mantenimiento continuo. Y la calidad y cantidad de los datos recogidos permite un seguimiento casi en tiempo real en el caso de las condiciones meteorológicas, u obtener una secuencias de diferentes imágenes en diferentes días de la temporada que permitan ver la evolución y rendimiento progresivo de los cultivos.
El futuro de la tecnología satelital en el sector agrícola
Como todo, los satélites y los macrodatos también tienen desventajas y problemas que deben ser resueltos, por eso los investigadores siguen trabajando en recopilar información que los agricultores obtuvieron a través de macrodatos para atajar dichos problemas.
Aún con todo, la popularidad de los satélites alcanzada en los últimos años en la agricultura está fuera de toda duda y son varias las voces que aseguran que su capacidad para influir en la monitorización de los cultivos todavía no ha alcanzado su cénit y en el futuro tendrán una importancia aún mayor. Igual que pasa en otros sectores los agricultores y otros agentes deben ajustarse a la evolución de la tecnología en su negocio.
Los satélites llevan varias décadas con nosotros y lo que ha cambiado es, principalmente, es como se recibe, se procesa y se puede obtener beneficio de los datos que recibimos de ellos. Por ello, es de esperar que en el futuro se encuentren nuevas y mejores formas de recibir e interpretarlos, y la agricultura será uno de los beneficiados.