Sebastián Battaglia debió tomar una drástica decisión. Enterado de un supuesto acto de indisciplina, separó del plantel de Boca (al menos, prefirió que no viajaran a La Rioja) a Darío Benedetto y a Marcos Rojo, en la antesala del choque de este miércoles contra Ferro, por los 16avos de final de la Copa Argentina.
En lo que parece un nuevo escándalo que rodea a la entidad de la Ribera, el defensor y el delantero habrían estado en el cumpleaños de Iván Marcone, compañero de Pipa en Elche, de paso por Buenos Aires.
Algo ocurrió que superó el límite del joven entrenador, más allá de que los dos experimentados jugadores no iban ser parte del encuentro que Boca se impuso sobre Arsenal por 2 a 1, en la Bombonera. Pero sí habían sido preservados para estar ante Ferro por la Copa Argentina, en el encuentro más importante de la semana, según la propia evaluación que había hecho el entrenador.
Según se pudo averiguar, la decisión de Battaglia se debió a que ambos jugadores no concurrieron al entrenamiento de este domingo por la mañana, horas antes del encuentro contra Arsenal, como estaba previsto con los futbolistas que no iban a ser parte de ese partido. Por la noche, se los vio distendidos, tomando mates, y sacándose fotos en la Bombonera.
Se aseguró que iban a ser reservados para el partido de la Copa Argentina, certamen que logró Boca en anterior edición. Battaglia ya debió tomar decisiones fuertes, al separar a Agustín Almendra cuando le faltó el respeto delante del grupo (y Benedetto, con una energía exagerada, se puso del lado del entrenador) y tiempo después, corrió de escena a Jorman Campuzano, por haber llegado tarde a un entrenamiento. De hecho, Rolón ocupó su lugar.
“Jorman tuvo un inconveniente donde llegó tarde al primer entrenamiento y se ausentó. Dije en reiteradas ocasiones que teníamos reglas que cumplir y fui bastante claro en algunas cuestiones. Por eso no tuvo la posibilidad de estar concentrado y jugar”, avisó el DT, horas atrás. Campuzano vuelve a estar concentrado para este viaje.
No fue la primera vez que Marcos Rojo fue sancionado por Battaglia. No jugó ante Rosario Central, en la victoria por 2-1 en la cancha de Vélez (lo reemplazó Zambrano), en febrero de este año, por haber jugado un picado con amigos en el barro. Fue un tirón de orejas también para Almendra y Ávila, que ese mismo fin de semana bajaron a la reserva.
Al margen de las decisiones comentadas, actuó con diplomacia por el serio caso de Sebastián Villa, acusado por violencia de género, y hasta buscó preservar a los jóvenes, como Vázquez y Varela, a quien también, en su momento, debió castigar por algunos excesos.
En la nómina de concentrados, en la que no figuran Benedetto ni Rojo, tampoco está el joven Gastón Avila, que se irá a préstamo a Rosario Central.
Battaglia había dicho en la noche del domingo, en la conferencia de prensa tras el triunfo en el arranque del campeonato ante Arsenal por la Liga Profesional: “Nosotros pedimos no jugar hoy, ya que venimos de jugar hace menos de 15 días, y tuvimos solo 5 días de vacaciones. Y no solo que jugamos hoy sino encima nos pusieron para este miércoles”. Por eso, el cuerpo técnico resolvió utilizar un conjunto alternativo ante Arsenal, y disponer el miércoles de un equipo con los habituales titulares, ya que es un partido de eliminación directa.
Meses atrás, Benedetto había apoyado a Battaglia en el conflicto con Almendra. “A la larga iba a pasar, es algo que no se aguantaba más. La plantilla piensa igual que el cuerpo técnico. Apoyamos a muerte la decisión del entrenador y el Consejo de Fútbol. Hay cosas que sobrepasan el límite. Aquí hay un grupo muy bueno. A esto había que sacarlo de raíz y se sacó de raíz”, contó. Esta situación fortalece la decisión de Battaglia, ya que lo hizo con el referente que más lo había defendido públicamente cuando sucedió el incidente con Almendra.
En el caso Almendra, mucho más grave que el de Varela, debido a que hubo una falta de respeto frente a todos en medio del entrenamiento, el DT tomó una drástica decisión disciplinaria. No fue la primera vez que se cruzaron: meses atrás, habían tenido un cortocircuito debido al puesto en la cancha del volante, que quería jugar por la izquierda y no por derecha.
“Acá la decisión de que vayan directamente a Reserva fue mía, veremos cómo sigue. Tenemos una idea para nuestro equipo y grupo. El que se quiera sumar, bienvenido sea. Y el que no, ya sabe lo que puede pasar”, aseguró el conductor, justo antes de emprender viaje rumbo a Córdoba, donde el equipo xeneize se enfrentó con Central Córdoba de Rosario, por los 32avos de final de la Copa Argentina.
Para algunos, su postura despertó el recuerdo de Carlos Bianchi, su referente en el puesto. El Virrey había sido elocuente en referencia a actos de indisciplina en los planteles y se refirió a las segundas oportunidades: “A veces hay que tomar decisiones disciplinarias porque alguien se equivoca. Yo digo siempre que llevo el grupo adelante, vamos caminando. Si alguien se cae a la banquina, soy yo quien lo voy a buscar a la banquina y lo traigo para que siga con el grupo. Pero si cae otra vez a la banquina, no comprendió que no tenía una segunda vez. Y se quedará en la banquina y el grupo sigue. Lo más importante es el grupo”.
En la práctica de fútbol realizada este lunes en el predio de Ezeiza, Battaglia puso ocho futbolistas de estos once (además de Rojo y Bendetto) ante la reserva. El técnico de Boca incluyó a Pedro Velurtas por Figal, Gabriel Aranda por Izquierdoz y Nicolás Orsini por Villa, ya que los tres jugaron ayer en la victoria por 2 a 1 ante Arsenal en la Bombonera.
En el equipo que jugará en La Rioja tampoco estará Luis Advíncula, desgarrado y convocado por la selección de Perú; ni Oscar Romero, convocado por el combinado de Paraguay. Tampoco estará en el plantel Carlos Zambrano, quien integra la selección incaica que dirige Ricardo Gareca.
El equipo xeneize formaría entonces frente a los de Caballito con Agustín Rossi; Marcelo Weingandt, Nicolas Figal, Carlos Izquierdoz y Frank Fabra; Guillermo “Pol” Fernández, Alan Varela y Juan Ramírez; Eduardo Salvio, Luis Vázquez y Sebastián Villa. /La Nación