Tras su asunción como presidente, Javier Milei aún no fue visto la emblemática Quinta Presidencial de Olivos. Igualmente, expresó su intención de llevar a cabo sus funciones y residir en esta propiedad nacional, evitando la Casa Rosada. "Voy a mudarme a Olivos y voy a instalarme ahí para trabajar desde que me despierto hasta que me voy a dormir. La idea es poner todo en condiciones en Olivos para estar 7x24 conectado con el trabajo", declaró Milei en una entrevista radial.
Ubicada en Av. Maipú 2100, en la localidad de Vicente López, la Quinta de Olivos fue descrita como "un lugar del que todos hablan, pero pocos conocen". Tras cuatro años bajo el cuidado del gobierno de Alberto Fernández y la administración de Fabiola Yáñez, llega la familia Milei, solicitando "colchones nuevos" y acondicionamientos especiales para sus cinco perros mastines ingleses.
Se prevén reformas importantes, especialmente en una casita que hizo construir Mauricio Macri durante su presidencia. Este espacio se destinará al descanso de los perros de Milei: Murray, Milton, Robert y Lucas.
Por otro lado, Javier Milei optó por establecer su residencia en el chalet principal de la Quinta de Olivos, reconocido por las reformas realizadas durante la gestión de Macri y la decoración a cargo de Juliana Awada. Aunque no se confirmó si compartirá el chalet con Fátima Florez o vivirá en solitario, esta elección marca un nuevo capítulo en la historia presidencial. Además, se ha revelado que su hermana, Karina, ocupará una de las casas de huéspedes dentro del predio, aproximadamente a 500 metros del casco principal, garantizando así una presencia familiar en este icónico entorno.
Asimismo, se planea que los miembros cercanos al presidente también dispongan de oficinas en la quinta. Este grupo incluye al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, así como a Santiago Caputo, designado por Milei como el "arquitecto" y, aunque no tiene un cargo ministerial, es uno de los colaboradores más influyentes en la órbita del mandatario.
Historia de la Quinta de Olivos
El terreno que alberga la Quinta de Olivos tuvo como primer propietario al militar Rodrigo de Ibarrola, quien lo obtuvo en 1580 como parte de la distribución de tierras durante la segunda fundación de Buenos Aires.
Casi 200 años después, en 1774, Manuel de Basavilbaso, entonces administrador de correos en Buenos Aires, se convirtió en dueño de esta propiedad. Tras su fallecimiento, la tierra pasó a manos de su única hija, Justina Rufina de Basavilbaso.
En 1818, Rufina murió, y en 1833, su esposo Miguel Ignacio de Azcuénaga también falleció, dejando el terreno en manos de su único hijo, Miguel José de Azcuénaga. Este encargó al arquitecto Prilidiano Pueyrredón la construcción de una elegante casa de campo.
Miguel José falleció en 1873 sin dejar descendencia, por lo que toda la propiedad pasó a su sobrina, María Rosa Martina de Olaguer Feliuó Azcuénaga. Tras la muerte de María Rosa en 1903, las tierras y la casa se convirtieron en propiedad de su único hijo, Carlos Villate Olaguer.
Carlos falleció en 1918 a los 46 años, dentro de la casa de Olivos. Al no tener herederos, decidió donar la propiedad al Gobierno argentino, bajo la única condición de que la casa fuera utilizada como residencia de verano por los Presidentes de Argentina. De ser lo contrario, la propiedad volvería a la familia propietaria.
Los Presidentes y sus vidas en Olivos
La Quinta de Olivos fue originalmente propiedad de Carlos Villate Olaguer, y varios presidentes argentinos la visitaron a lo largo de los años.
El primer presidente en visitarla fue Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, seguido por José Félix Uriburu. Sin embargo, fue Agustín Pedro Justo quien la convirtió en su residencia de verano durante su presidencia, que abarcó el período de 1932 a 1938. Pedro Justo también llevó a cabo mejoras y remodelaciones en la propiedad durante su mandato.
La Quinta de Olivos continuó sirviendo como residencia de verano para los presidentes hasta el gobierno de Juan Domingo Perón, quien después de la muerte de su esposa, Eva Duarte, cedió parte del terreno a la Unión de Estudiantes Secundarios.
Posteriormente, Pedro Eugenio Aramburu, el general que derrocó a Perón, se convirtió en el primer presidente en utilizar la Quinta como residencia permanente en 1955. Sin embargo, el primer presidente constitucional en residir allí fue Arturo Frondizi. Desde ese entonces, todos los mandatarios tomaron posesión de ella, transformándola en su hogar "oficial" en lo que dura su mandato.
En lo que respecta los 2000, Inés Pertiné, la esposa de Fernando De La Rúa, solía desempeñar el papel de anfitriona en numerosas ocasiones al recibir a grupos de jubilados y jóvenes para visitas guiadas a la quinta presidencial. Durante estas visitas, la entonces primera dama no solo guiaba a los visitantes por el lugar, sino que también se encargaba de preparar todo para que los invitados ocasionales disfrutaran de una tarde de té y tuvieran la oportunidad de escuchar a la banda de granaderos. Fue esto lo que la llevó a realizar algunas reformas, para que la propiedad luzca aún más pintoresca.
En 2013, mientras ejercía la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner, a través del Decreto N.º 1842, artículo 1, declaró la Quinta de Olivos como un punto histórico nacional, colocándola bajo la custodia y conservación del Estado Nacional.
En 2015, Mauricio Macri tomó posesión de ella y junto a Juliana Awada, logró realizar algunas reformas en ella y una suerte de "modernización". Allí, se quitó el legendario color terracota, para ser blanca impoluta. Además, la diseñadora armó en la residencia oficial una huerta orgánica. Previamente, Chiche Duhalde introdujo en la residencia las famosas llamas del norte argentino. Ademas, también pasaron por allí caballos de Silvia Martorell de Illia.