Hace 41 años, Boca tocaba fondo: camisetas de entrenamiento, números con fibrón y coraje puro

El 8 de julio de 1984, Boca Juniors vivía uno de los capítulos más insólitos y dramáticos de su historia. Con el plantel profesional en huelga, pedidos de quiebra, renuncias dirigenciales y la Bombonera clausurada, el Xeneize llegó al límite. Aquella tarde, frente a Atlanta, el equipo salió a jugar con camisetas de entrenamiento blancas y los dorsales dibujados a mano con fibrón y betún.

Atlanta ya había ingresado al campo con su tradicional casaca azul, y Boca —sin juego alternativo— improvisó en el túnel. Mientras una fina llovizna mojaba las camisetas, auxiliares escribían los números sobre la tela húmeda, que empezaba a desteñirse incluso antes del pitazo inicial.

El equipo, compuesto por 11 juveniles del club, cayó 2-1. Pero ese día, más que una derrota, quedó grabado como símbolo de resistencia. Fue la dignidad de esos pibes lo que evitó que el club se hunda aún más, cuando todo parecía a punto de romperse.

Una camiseta con historia
La camiseta de Boca, hoy una de las más reconocidas del fútbol mundial, tiene su origen en 1907. Tras varios cambios de color en sus primeros años, el club decidió adoptar el azul y oro inspirándose en la bandera del primer barco que pasó por el puerto: un buque sueco. Desde entonces, la franja amarilla sobre fondo azul se volvió leyenda. Aquel día de 1984, en plena crisis, ni siquiera esa camiseta pudo estar. Pero el escudo y el orgullo, como siempre, dijeron presente