Cómo es la mágica finca que construyó Jorge Rojas como solista sin Los Nocheros

Sociedad 11/10/2023
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Aunque su consagración como artista fue junto a Los Nocheros, grupo que abandonó en 2005, el techo en la carrera de Jorge Rojas como cantante llegó después, cuando emprendió su carrera solista, llenado estadios a través de canciones propias en clave de folklore romántico y ganándose los suspiros, principalmente, de corazones femeninos en cada rincón de Argentina.

Sin embargo, lo suyo poco tiene que ver con la típica monotonía de un artista que graba discos, gira y después se llama al silencio para componer: prácticamente recorrió América de punta en punta aprendiendo de sus sonidos, culturas y decires para luego sumar sus experiencias vividas a sus canciones.

Precisamente gran parte de sus composiciones que nacieron a través de experiencias vividas simbolizan el disco Viajes, que repasará los días 13 y 14 de octubre en el Teatro Gran Rex de Ciudad de Buenos Aires.
Pero como se trata de un ser humano con gran capacidad compositiva e hiperactivo, en su vida los proyectos llevados a cabo son una constante. Como por ejemplo un nuevo álbum titulado Raíces, en el que retorna a la música criolla, la de sus inicios, y cuya parte de su repertorio también aparecerá en sus próximos conciertos en calle Corrientes.

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Aunque cabe destacar algo importante: la presentación oficial de este nuevo disco la realizará a fin de año en una peña en su propia casa en Anisacate, en el sur de Córdoba. Precisamente es allí mismo donde tiene todo a mano: un hogar conformado con esposa Valeria, sus pequeños hijos Lucía y Franco, una capillita a la que llama “oratorio”, sus cuatro caballos e incluso un teatrito con butacas, que incluye un escenario enorme en el que practica con su staff los shows que luego traslada a sus giras por el país.

Sin presiones ajenas

Es un jueves primaveral, de tardecita; el sol comienza a posarse sobre el horizonte oeste. Jorge anduvo de un lado para el otro a lo largo de la jornada, cuenta que tuvo un día muy movido, pero que pese a estar en movimiento constante, a cierta hora dice “basta” y se dedica los suyos.
Muy diferente es su vida a cuando cantaba con Los Nocheros y el estrés era constante.

“Recuerdo que los representantes del sello discográfico nos decían de aprovechar el momento, el ahora, porque ‘luego se va a terminar.’ En realidad, lo hacían para aprovecharte al máximo y sacar más rédito de vos”, analiza ya siendo maduro, a los 51 años.

De aquellos tiempos en los que dependía de otros a lo que sucedió después agrega lo siguiente: “No estaba de acuerdo con eso, incluso lo estoy. Por eso me lancé de manera independiente para manejar mis tiempos y saco un disco cuando estoy seguro, no tuve más a nadie que me esté presionando”.
Tal como lo describe es como se maneja en la actualidad. Si existen presiones, son propias y no de otros ajenos a su carrera.

“Yo pienso que la canción es para toda la vida. Y si no fuera así, seguiré componiendo. Soy feliz cuando estoy aquí grabando, creando. De la misma manera que cuando era chango y lo hacía debajo de un algarrobo, o cuando canto en un teatro en la calle Corrientes”, dice.

Una finca con estudio de grabación

Su lugar en el mundo, según apuntala, es su propio estudio de grabación, pues se las ingenió para que todo su mundo propio esté a mano y dentro de su finca.

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“Después de ensayar o componer, cuando vuelvo a casa, paso tiempo con mi familia. Yo soy de cocinar porque me gusta mucho. Mi mujer también trabaja, es contadora, entonces repartimos las actividades porque nuestros hijos son pequeños”, revela.

Con Valeria se conocieron en una gira, pues ella además es bailarina. Se trata del segundo matrimonio del músico nacido en Neuquén, pero que creció en el Chaco salteño.

“Antes viajaba días para llegar a un estudio, por eso me la rebusqué con esfuerzo para tener todo a mano. Entonces yo ahora miro por la ventana y están hasta nuestros caballos pastando. Todo lo tenemos aquí”, sostiene.

Esos bellos animales son fundamentales en su seno familiar, a tal punto que cada cual tiene uno propio.
“Solemos salir los cuatro a cabalgar, tanto por la zona como a veces se trata de cabalgatas más largas, como por ejemplo hasta el encuentro de la Difunta Correa en San Juan”, revela con cierta devoción.
Por otra parte, otra de sus grandes pasiones es la pesca, la cual conserva a través de sus amistades que nada tienen que ver con el ambiente artístico.

“Tengo amigos que nada que ver con la música. Este fin de semana lo tengo libre, vienen a visitarme amigos o en este caso voy yo. A veces nos vamos a pescar. De changuito pescaba en el Pilcomayo, ahora lo hago en el río de aquí. Conozco muy bien al río”, se ampara.

Una capilla para su madre

Esta realidad de un Jorge Rojas maduro lo ha llevado también a aprender de la vida misma e incluso de los recuerdos que le dejó su madre, quien falleció en 2018 y a quien cuidó y acobijó dentro de su hogar cuando enfermó de Alzheimer.

“Yo armé un oratorio para que mamá tengo un lugar donde rezar en sus últimos días. Como ella ya no salía y antes solía ir a la iglesia seguido, pensé en armarle un espacio de oración que aún conservo aquí”, resume con nostalgia.

Y sigue: “Es que ya en cierto momento no podía caminar, entonces le armé esa capilla de paja, con sus santos. Aún conservo este lugar porque es como recordarla a ella. Además, nosotros en mi familia somos cristianos, compartimos la fe”.

Su mamá, quien fuera tan importante en su vida, fue la segunda pareja de su padre. Y tanto a ella como a él los menciona con profundo amor.

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De Neuquén pero salteño

En realidad, Jorge cuenta con dos hermanos de padre y madre, el resto son por parte de su papá y un anterior matrimonio. Pero cuando la familia se unió y nació Jorge y el resto, en total fueron 13 hermanos.
“Todo mi árbol genealógico es del Chaco salteño; de hecho, mis padres lo fueron, desde mi tatarabuela; ese es nuestro lugar, el que tiene que ver con nosotros y nuestra historia”, recalca.

¿Pero cómo fue que él nació en Neuquén si sus padres eran de Salta?

“Mis padres se fueron a trabajar al sur. Mi papá, que aún vive allá, me contó que hubo un auge de trabajo en el sur y reclutaban a jóvenes para ir. Mis padres tenían la ilusión de entrar a trabajar a las petroleras. Al final mi padre entró a trabajar de ordenanza en la universidad de Comahue”.

En un breve recorrido por su infancia, las fotos heredadas también aportan mayor testimonio del que el músico logra interpretar mejor todo su pasado. “Cuando repaso las fotos de mamá, esa gente era todo de la zona de mis padres en Salta, tengo pocos recuerdos de esos primeros años míos”. 

Lo cierto fue que luego sus padres decidieron regresar con toda la familiar al Chaco salteño, pero no resultó fácil todo ese proceso de cambio repentino.

“Sí recuerdo el impacto que me generó llegar al monte salteño, fueron días de viaje, entramos entre el barrio, en medio de la lluvia. Allí empecé mi historia con la naturaleza, la de un changuito del norte del país”, adiciona.
Con un padre que se dedicó a la chapa y pinturas de autos en el regreso a su región de origen, los tiempos libres eran dedicados a los encuentros con vecinos y parientes, entre música norteña y bailes en patios.

Una peña en su casa

“Mi contacto con la música fue en la ‘Santiada’, el Día de la Virgen, allí apareció el violín, la música criolla, en el patio de tierra, en el monte, con la gente grande bailando chacareras y levantando polvo. Yo estaba ahí al lado de los músicos. Después me armé una guitarra con chapas del negocio de papá, hasta que él me regaló una guitarra cuando yo tenía nueve”, hace memoria con notoria emoción.

Acerca de sus hermanos músicos, no es casual que se trate de los que son directos, de tanto padre como madre.
“Lucio y Alfredo formaron parte de mi grupo cuando me lancé como solista, luego de Los Nocheros. Después armamos el grupo Los Rojas. Pero con el tiempo, cada uno de ellos armó su proyecto propio. El Indio Lucio Rojas y, por otro lado, mi otro hermano, que escribía canciones para Leo Mattioli, hasta que armó su grupo”, detalla.

En esta revisión de su vida, mucho tiene que ver su abrupto regreso a la música de raíz folklórica, la de sus inicios, a través de un álbum nuevo, e incluso el asunto de una peña propia que planea realizar en su casa a fin de año.

“Es volver a ese antes. Pensar en un lugar donde se haga la música nativa, en un patio, con comidas típicas, sin duda es recrear lo que viví cuando era un niño”, explica con convicción. Luego añade: “Pienso en un espacio para 1800 personas, donde también habrá artesanías, fogón criollo, violín, bombo y guitarra, con mis amigos músicos, todo aquí en casa”. 

Crecer musicalmente 

La relevancia que Rojas le otorga a la cultura del norte argentino posiblemente sea determinante en su paralelo interés por otras culturas regionales de Latinoamérica: se predispuso a aprender de las mismas a través de innumerables viajes y talleres. O sea, la experimentación como apoyo a su carrera cantoral.

“Fui a muchos talleres de composición, donde siempre hay alguien que diserta. Nos juntábamos autores de Latinoamérica a compartir y crear. Eso me generó mucho aprendizaje porque me di cuenta que necesitaba nuevas herramientas para crecer como artista y en mi obra”, considera.

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Países como Uruguay, Bolivia, Colombia y México fueron tan solo algunos de los tantos por los que el músico anduvo, aunque no solo se trató de juntadas con colegas, sino de curiosidad por sus costumbres.

“Cuando no estaba en el taller aprovechaba para conocer, me metía en las expresiones musicales lugareñas, sus paisajes, en sus colores, en sus comidas típicas. De esos viajes nacieron mis discos Mi Cantar y Viaje”, asevera.
Después hace un corto silencio y adiciona: “Aprendí nuevos vocabularios. Porque una baguala, un gato o una chacarera me sale con facilidad. Mi desafío era crecer y y poder atreverme a una guajira. Todo el resultado está en el show con bailarines y gran puesta que estamos preparando para el Teatro Gran Rex”.

Jurado en Viña del Mar

Otras de las grandes experiencias que le tocó vivir por su gran desempeño como cantante fue cuando lo convocaron como jurado del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en Chile.

“Me invitaron para ser jurado folklórico. Era artistas que ya eran conocidos en sus propios países. Mi rol no tenía que ver con el terreno artístico sino de la canción específicamente”, evoca.

Y vuelve su vista atrás para compartir más detalles: “Lo recuerdo como algo fantástico. Estaba el jurado latino comandado por Beto Cuevas del grupo la Ley y yo con el folklórico. Hubo muy buen trato humano entre artistas y mucha camaradería, fue una gran experiencia”.

En vistas a sus recientes 30 años con la música, Jorge se siente un agradecido tanto con amigos como con colegas. Acerca de sus amistades dentro de la música, realza una lista de sus estimados dentro del ambiente: “Conozco a muchos músicos a quienes respeto y aprecio. Fui productor de dos discos de Los Carabajal, tengo relación con Peteco, Raly Barrionuevo, Abel Pintos, Soledad Pastorutti, Luciano Pereyra, Sergio Galleguillo y las nuevas generaciones, de los cuales muchos vienen a grabar al estudio aquí en casa o se acercan con alguna inquietud”.

Y sobre lo que le tocó vivir por dedicarse a la música, subraya algo valioso: “Nunca soñé lo que me tocó vivir. Ni siquiera cuando cantaba en la escuela o debajo de un algarrobo. Recién de más grande comprendí el camino. Pero de niño no tenía ni idea de lo que vendría después”.

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Hincha de Boca

De pronto se hace de noche. Faltan apenas un par de horas para el comienzo del partido de Boca con Palmeiras por la vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores de América. Jorge Rojas comparte su impaciencia por tratarse de un simpatizante empedernido del club de la rivera.

“Suelo ir a la cancha de Boca. Siempre que puedo, me vas a encontrar en la platea preferencial. Suelo ir con un par de amigos. Me subo al auto y voy manejando, me da placer ir así. Estuve en la primera semifinal contra el Palmeiras, en la Bombonera. Soy fanático y deseo con toda mi alma que ganemos la Libertadores. Hay mucha ansiedad”, devela.

-¿Llegaste a conocer a Diego Maradona en ese reconocido palco?
-Sí. En realidad yo conocía antes a Claudia, Dalma y Gianina, que siempre venían a vernos cantar. Hasta que una tarde en la cancha de Boca, mientras conversaba con Dalma, apareció el Diego. Te juro que me quedé mudo. Él me saludo y yo me puse tan nervioso que no me salían las palabras. Realmente me emocioné por tener al ídolo más grande de la historia del fútbol argentino dándome un abrazo.

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