Tinelli acosa a Macri, Macri acosa a Sáenz
La editorial de ayer de FM Aries, da cuenta de dos casos llamativos a aprietes: uno, del Gobierno Nacional a Gustavo Sáenz tras haber presentado un amparo por el tarifazo. Otro, el de de Tinelli al presidente Macri que forzó una reunión entre ellos.
Perseguir sin tregua ni descanso a una persona para atraparla o a un animal para cazarlo, es la definición de acosar, una acción cuyo objetivo nunca es positivo. Su expresión, el acoso, tiene estos tiempos diferentes formas, que han alcanzado tal magnitud que son objeto de estudio y de normativas que contienen sanciones. El acoso sexual, laboral, moral o psicológico son prácticas que apuntan a lograr resultados que son perjudiciales para las víctimas de la acción. El bullying es uno de esos ataques y se ejerce sobre niños y adolescentes, convirtiéndose en uno de los más execrables.
No es menos reprochable pero no tiene nombre es el que se da en el ámbito del poder, utilizando la fuerza que un nivel o una función tiene con fines espurios. El propio intendente capitalino reveló que fue objeto de lo que vulgarmente se llama “apriete” por parte del gobierno nacional, cuando presentó un amparo para frenar la aplicación del incremento de la tarifa del gas en la Provincia.
Las promesas de ayuda no solo se suspendieron sino que se convirtieron en una advertencia sobre el comportamiento de un funcionario, que en el Ejecutivo Nacional se debe considerar menor, respecto de cómo formular reparos sobre sus decisiones políticas. Sin pudor se impusieron condicionamientos impropios en un sistema institucional.
Desde la ridiculización
Pero también el poder político puede ser objeto de presiones, demostrando que hay otros factores que equiparan o superan ese poder. Uno de ellos es el de la comunicación masiva. Quien lidera un espacio con esas características puede someter a un funcionario electo a sus intereses particulares, o sectoriales si tiene esa representación.
La vulnerabilidad del Presidente de la Nación ha quedado expuesta con su decisión de recibir en uno de los ámbitos de su tarea al conductor de un programa de divertimentos, que no reconoce límites para alcanzar sus propósitos, Usa recursos escasamente sofisticados, como la burla, para provocar la risa aunque sea denigrando a una figura institucional, que merece respeto por su representatividad. Sucumbir a esa provocación merece explicaciones por parte del mandatario nacional.
Hay medidas gremiales, que son legítimas cuando las demandas son genuinas y que logran torcer el brazo de la patronal, cuando esta es el Estado. Pero se convierten en otra forma de apriete sobre el poder político cuando se utilizan para imponer los intereses particulares de una dirigencia bajo sospecha. Ocurrió en el Municipio capitalino por una decisión judicial que impidió que recursos comunales vayan a las arcas de un sindicato sin razones sensatas.
Obviamente que todas estas acciones deben preocupar a la ciudadanía, en defensa de una voluntad que no se agota en comicios.