Las sentidas palabras del entrenador Facundo Alvanezzi por el fallecimiento de Maradona
Facundo Alvanezzi, ex jugador y actual entrenador de fútbol radicado en Mar del Plata, se sumó a las millones de personas que lamentaron la partida del icónico Diego Armando Maradona, el astro del fútbol mundial.
El reconocido formador del Basilea de Suiza, no pudo contener el sentimiento que le embargaba el pecho y el alma; con lo cual, decidió expresarse en un medio digital de su ciudad, dejando fluir su pluma y conectándola con lo más hondo de su corazón.
Desde InformateSalta, creemos que vale la pena compartir esta muestra tan generosa del afecto que pocos inspiran en otras personas como lo hacía Diego, quien despertará este tipo de actitudes eternamente.
Diego: la magia milenaria y universal que traspasó fronteras
Dice Sócrates, que la muerte podría ser la más grande de las bendiciones. Para Diego, artista universal contemporáneo, es un viaje al encuentro de sus afectos que lo están esperando.
Galeano, sumándose a la descripción de Maradona como el más humano de los Dioses, dice:
“Los Dioses no se jubilan, por muy humanos que sean.”
Él nunca pudo regresar a la anónima distinción de donde venía, ya que el Mass Media no le dio lugar ni reposo al niño devenido en futbolista.
Mario Benedetti decía de Diego, que la mayor desgracia de un mito es estar vivo y convivir con el enorme peso de su sombra. Y Platón aseguraba que la inspiración llegaba en momentos de "locura divina en genios inigualables fuera de lo común". Por eso, Diego hizo cosas irrepetibles.
En verdad, no sé cómo esgrimir estas líneas con un hilo conductor que me haga abstraerme de mis emociones, soy un resorte secundario de lo generado por Diego. Y si soy alguien en este mundo, se lo debo a él.
Emotivamente, dejo fluir mi pluma, garabateando entre miles de imágenes y un pueblo de pie aplaudiendo a su ídolo más sagrado, un mito del fútbol mundial que hoy llora su partida terrenal, aunque Diego nunca fue terrenal, su sola presencia auspiciaba un aire angelical lleno de fútbol, gambeta, humanidad y solidaridad que la gran mayoría desconoce.
Fue líder, capitán, compañero, ladero, amigo, anónimo en gestas que nadie sabe (sólo sus íntimos); campeón del mundo y de la vida, héroe y no tanto, genio y figura, inalcanzable y a portada de mano, obediente y desobediente, honesto y valiente, ganador y perdedor valiente, austero en su genialidad y provocador cuando la situación lo ameritaba. En definitiva, me quedo con algunas de las tantas cosas por esgrimir porque estoy quebrado...
Soy, fui y seré, ferviente admirador de su genio en perpetuidad. Talento mundial pero bien argentino como el potrero donde nació. A quiénes tuvimos la posibilidad de recorrer el mundo: Dios sabe me quedo corto en mi explicación de divinidad por Diego...
"Diego" es la única palabra en el mundo que tiene traducción universal, y Diego es Maradona en los cinco continentes.
Por donde viajé, fui sinónimo de: “¿argentino? ¡Maradona!”. Qué orgullo por favor, hay que vivirlo para entender lo que nos legó y seguirá legando. Pues esto no finaliza aquí, todo lo contrario, aquí comienza la leyenda para mantenerlo vivo y regalarle con mucha generosidad su pasaporte a la gloria eterna.
Estoy como millones de personas conmocionado y muy pero muy vacío, no le encuentro explicación a esta gambeta al cielo, pero entiendo que tu partida es el inicio de tu legado, todos tenemos la obligación de seguir tus pasos aunque no te podamos imitar...
Nos regalaste el cielo, la gloria, alegrías inconmensurables y satisfacciones que nadie más nos dio. Hoy yendo de camino al cielo y mirándonos desde arriba esperemos no defraudarte en el intento de seguir siendo argentinos por vos, Diego.
Con tu genio en la cima estabas solo, así como en la cancha tenias una perspectiva de 360 grados y veías lo que los comunes mortales no veremos jamás, ¡por ello tu inmensa soledad rodeado de multitudes!
Tu partida, llena de afectos desbordantes que tu sola presencia suele provocar, nos coloca un poco en perspectiva de la magnitud de tu partida.
Gracias mi gran capitán, descansá con Dios en el olimpo reservado para muy pocos.
Ahora disfrutarás de la paz que tanto necesitabas.
Para finalizar, porque estoy llorando de alegría, nos vemos en el cielo para darte un abrazo y agradecerte por tanto. Y como dijo Galeano: "Diego, no te jubiles nunca."