“Lo voy a buscar hasta el infierno”, el dolor de los padres de las víctimas de “Chirete” Herrera
Quizás ni en una película pueda contarse la historia trágica que viven dos papás producto del accionar de un "femicidia" que estando preso tuvo la posibilidad de asesinar a sus parejas con una diferencia de 11 años en nuestra provincia.
Si bien los recuerdos de la gente se monte más al caso ocurrido en el penal de Villa Las Rosas en el año 2017 donde Andrea Neri de tan solo 18 años recibió 35 puñaladas en manos de Chirete Herrera, otro homicidio con las misma características ocurrió en 2006 en la Cárcel de Metán donde su pareja, Verónica Castro y madre de dos de sus hijos fue a visitarlo y sin importar la presencia de sus hijos y suegra, la mató.
En ambas historias existen los mismos puntos trágicos, mujeres sufriendo violencia de género, hijos y el apoyo de sus suegras pero no así de sus suegros que hasta el día de hoy lamentan no haber hecho algo más.
Jorge Castro, padre de Verónica Castro aseguró desconocer los hechos de violencia. “Yo no sabía que él le pegaba, pero nunca me gustó, siempre le aconsejaba a mi hija que lo dejara” y añadió: “Me lo ocultaban para que no le hiciera nada (a Chirete), porque si yo lo mataba iba preso y era el sostén de mi familia”.
Aquel 23 de marzo, contó Jorge, presintió algo feo y le pidió a su hija que no fuera a visitar a su pareja. Pero no le hizo caso. Ella, su mamá, y sus dos hijos, César, de 4 años, y Gabriel, de 9 en ese momento, “se fueron haciendo dedo los cuatro porque no teníamos plata” hasta el penal, pero Verónica nunca más volvió.
Cuando llegaron, Herrera les dijo que se sentía mal y Verónica lo acompañó a la enfermería mientras su mamá y sus hijos se quedaron preparando la mesa para almorzar juntos en el área destinada a las visitas. Pero el tiempo pasaba y la pareja no regresaba. Fue entonces cuando Angélica salió al patio y lo vio a “Chirete” justo cuando le pasaba un billete a un guardia a través de la reja. “Chirete, ¿La Vero?”, le preguntó la mujer. La respuesta del reo fue lapidaria: “Ya está, ya la maté a su hija’”.
Verónica era mi vida
“Yo le echo mucho la culpa a mi exmujer, no pude perdonarle que no me contara nada antes”, reconoció y enfatizó: “Chirete tendría que estar muerto. Yo iba preso, pero mi hija hoy estaría viva”. “Daría mi vida por volver a verlo, aunque fuera cinco minutos”, agregó.
“Verónica era mi vida”, resumió su papá. El dolor lo lleva en la voz durante toda la charla con TN, al igual que la bronca. Y la tragedia dejó su huella: Castro se separó hace muchos años ya de la madre de Verónica.
El otro femicidio, 11 años después
Juan Pablo Neri, el papá de Andrea, estaba aquel día de verano por salir de su casa para ir a trabajar cuando sonó su teléfono y recibió la noticia que nunca imaginó que tendría que escuchar. “Mi hija terminó con 35 puñaladas en el cuello”, apuntó a TN el hombre sin poder contener las lágrimas.
Al igual que el padre de Verónica Castro, Juan Pablo ignoraba casi todo sobre la relación entre su hija y el recluso, que en cambio apoyaba y propiciaba su exmujer y madre de Andrea. “¿Qué futuro podía tener con un tipo así?”, dice con bronca.
Cuando se enteró del noviazgo se opuso y llegó a ponerse muy severo con su hija para que dejara de ir a visitar a la cárcel a Herrera, pero ella estaba enamorada y no le hizo caso. Después, quedó embarazada.
“Hoy me arrepiento de no haber sido más firme para sacarla de ahí”, afirmó Neri, que en medio de tanto dolor se siente responsable de no haber hecho más para salvarla, pero también culpa a la madre de Andrea por alentarla en esa relación y al Estado por no haber garantizado su seguridad adentro del penal.
Hasta el infierno
“Jamás le voy a perdonar lo que ha hecho con mi hija”, sostuvo haciendo alusión a Herrera, y repitió la misma frase que dijo también delante del juez que condenó a Chirete por el femicidio de su hija: “Lo voy a buscar hasta el infierno”.
Después de una separación conflictiva de su exmujer, Juan Pablo se quedó con la tenencia de todos sus hijos y después de lo ocurrido con Andrea, también con la tutela de su nieto, que actualmente tiene cinco años.
“Trato de ser fuerte y seguir adelante por mi nieto”, manifestó Neri, y agregó con orgullo: “Tiene la cara de mi hija”. Por otro lado, admitió también que evita ir al cementerio a visitar a Andrea. “No aguanto, prefiero recordarla como si estuviera bien”, concluyó.
¿Una historia que se repite?
Gabriel, el hijo mayor de Verónica que tenía 9 años cuando la mataron, está preso por violencia de género en el pabellón K de Villa Las Rosas.
En una nota con El Tribuno tiempo atrás, el joven buscó justificarse: “Me impusieron una pena de 13 años y 4 meses por amenazas (4 hechos), daños, maltrato, violación de domicilio, coacción, lesiones leves agravadas por la relación de pareja y género, homicidio triplemente calificado por la relación de pareja, uso de arma de fuego en grado de tentativa en concurso ideal con portación de arma de fuego uso civil. Me hicieron una carátula gravísima, no era para tanto, todos me dicen que la condena mía es por portación de apellido”.