Ruidos que no sólo molestan, también afectan: la lucha de la mamá de un niño autista
Las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) deben convivir con una sociedad que parece estar poco preparada para ellos. Los ruidos fuertes suelen afectarlos por su hipersensibilidad auditiva, solo quienes los padecen o seres queridos saben cuánto, y muchas veces los intentos por cambiar situaciones que los altere dejan un sabor amargo, cuando del otro lado hay puro egoísmo.
Por eso, la mamá de un niño de 5 años diagnosticado recientemente con dicho trastorno compartió su historia, intentando llegar a quienes pueden poner su grano de arena para que su pequeño sufra lo menos posible.
La mujer y su hijo viven en La Ciénaga y desde hace muchos meses lucha contra unos vecinos, quienes a pesar de saber que su accionar afecta al niño, eligen seguir haciéndolo. Ni siquiera denuncias policiales y notas en la Municipalidad lograron que al menos su ruido se reduzca.
Cada fin de semana deben soportar música a decibeles altísimos durante muchísimas horas. ¿De dónde proviene? De una familia que se reparte entre varias casas y comercios del cuadrante de contempla las calles Río de la Plata, Río Negro, Río Segundo y Río Bermejo del mencionado municipio sanlorenceño.
Según contó, estas personas en algunas ocasiones suelen adueñarse de la vereda, con mesas y sillas, y acompañar su ingesta alcohólica con un parlante cuya música puede escucharse a cuadras. También sus gritos, silbidos y aplausos. En otras, utilizan un tinglado que se encuentra detrás de una ventana donde venden comida, que al ser solo un techo de chapa provoca que el volumen se disperse con eco y un retumbe insoportable.
La mujer manifestó sentir muy poca contención por parte de los operadores del Sistema de Emergencia 911 que atienden sus repetitivos llamados, los que a pesar de su insistencia, nunca logran tener una respuesta favorable. Aseguró que las pocas veces que asistió personal policial, estas personas bajan el volumen sólo 5 minutos y luego, a propósito, lo colocan aún más fuerte.
El principal problema es que estas “juntadas” suelen extenderse desde el mediodía hasta altas horas de la madrugada sin respiro. Una vez que se enciende la música y empiezan los gritos, ella sabe que se avecinan muchas horas difíciles.
Finalmente, se mostró resignada a que esta familia por motus propio decida cesar de los ruidos molestos que causan, por lo que pidió que se apliquen las multas que correspondan ante las innumerables contravenciones en las que incurren y que fueron denunciadas.