El Tipal: El 30 % de los femicidas piensa en matarse y solo el 20 % lo concreta
Un informe del Observatorio Lucía Pérez, dado a conocer en noviembre del año pasado, indica que alrededor del 30% de los femicidas que mataron a sus víctimas pensaron en suicidarse luego del crimen, aunque sólo el 20 % llegó a hacerlo. Este accionar, según distintos expertos, se trata de un “último intento del asesino de controlar la situación y de amordazar a la víctima” con el fin de que “no haya justicia”.
Por lo general, estos casos ocurren dentro del marco de relaciones de pareja o ex parejas, razón por la cual se los conoce como “femicidios íntimos”. En este rango, el suicidio del agresor “tiene como consecuencia directa la imposibilidad de alcanzar justicia por la víctima”, ya que el femicida, al quitarse la vida, impide cualquier tipo de instancia para esclarecer o juzgar los hechos que cometió.
En concreto, cuando esta clase de asesinos se suicidan “no hay justicia. No hay investigación, no hay restitución de la verdad sobre los daños padecidos por la víctima y mucho menos hay reparación para sus familiares y allegados”.
Esta modalidad es considerada “como un último intento, desesperado y cruel, de controlar la situación y de amordazar a la víctima hasta la última consecuencia”.
El concepto que surge de estas características prácticamente se ve reflejado en el femicidio ocurrido el viernes pasado en El Tipal, pues hasta ahora José Eduardo Figueroa, el asesino de Mercedes Kvedaras, es quien domina la única verdad de lo sucedido con su esposa, de quien, hasta el momento, sólo la mencionó para describirla como una mujer infiel, lo que confirma la ausencia de arrepentimiento.
Las estadísticas también indican que el 60 % de los casos ocurridos en 2022 se registraron dentro de la casa en la que la pareja solía convivir, lo que se ve presente en el caso de El Tipal. Por ello, la principal recomendación en casos de violencia de género, apunta a que la víctima, una vez producida la separación, no quede sola ni mucho menos en un hogar, al cual su ex marido tenga acceso con facilidad.
Estadísticas
Según los datos revelados por el Observatorio, durante el 2022, en nuestro país se registraron 240 femicidios, cifra de la cual 41 femicidas se suicidaron luego de matar a sus víctimas. Este promedio coincide con lo informado por La Casa del Encuentro, institución que reveló número muy similares al sostener que en todo el 2021 (41 de 305 crímenes de género contra mujeres) terminaron en el suicidio del asesino.
A la hora de explicar estas conductas, los expertos coincidieron en la dificultad para determinar un motivo específico, ya que no todos los casos son idénticos, sin embargo y a partir de los puntos en común que se detectan, surgen varios ejes de análisis, entre ellos y el más notorio, aparecen la dominación masculina, la dependencia psicológica y cosificación de la víctima, el temor a las consecuencias sociales que tiene hoy ser un femicida y la condena penal.
Al respecto, Enrique Stola, médico psiquiatra, sostuvo que “la mayoría de los hombres violentos; en general, mucho más quiénes terminan suicidándose, establecen con las mujeres victimizadas una situación de dependencia psicológica”.
Se trata de la cosificación llevada al extremo, donde el ejercicio permanente de poder es lo que predomina y se aplica “con el único objetivo de llevar a la mujer a su destrucción. Entonces, el femicidio es el ante último acto de poder, el último es matarse, pero él es el que decide”.
Señales
Según distintos especialistas entrevistados es común que el femicidio ocurra cuando la víctima empieza a encontrar la salida a esa relación de violencia, como ser el pedido de divorcio, algo que Kvedaras había hecho días antes de su muerte.
Frente a estas señales de alejamiento, en muchos casos el victimario da mensajes previos, los que muchas veces se pasan por alto, tal vez con la esperanza de que todo termine en buenos términos. Estas señales, como el celo obsesivo, es entendido por los especialistas como una forma de sostener y perpetuar ese vínculo de poder.
En ese marco, el despecho se torna en un peso abrumador del cual busca liberarse, haciéndolo, por lo general, mediante la violencia. Como ejemplo de ello, existen numerosos hechos, sin ir más lejos, basta mencionar el ocurrido en un hotel del casco céntrico, donde un hombre atacó a su novia y luego se autolesionó.
En cuanto al 10 % que piensa en matarse y no lo concreta, las explicaciones no son muy claras, aunque muchos las adjudican no sólo a la verdadera intención del asesino en adoptar esa conducta suicida, sino a la modalidad utilizada, siendo la de las autolesiones la más frágil, pues está comprobado que -por el propio instinto de supervivencia del ser humano- el cerebro reprime con mayor efectividad esta clase de heridas auto infringidas.
Respecto a aquellos que concretan el suicidio, Daiana Borquez, especializada en perspectiva de género, sostiene que su motivación principal radica en el mensaje que buscan dejar. “El mensaje del acto suicida generalmente es que no aceptarían tener que dar cuenta de lo que hicieron delante de la ley, o ser juzgados porque la mayoría cree que lo que hicieron está bien, y tampoco se puede seguir existiendo sin ese objeto”, sostuvo.