Al maestro, con cariño: Remembranza al querido profesor Néstor Quintana

Toda persona que me conoce sabe que mis años estudiando en la UCASAL fueron los mejores de mi vida y que daría todo por volver a vivirlos. Entre tantos recuerdos de mi formación, la imagen del profesor Néstor Salvador Quintana está inexorablemente presente, por todo lo que me enseñó, por todo lo que conversamos, por todo el buen trato que me brindó mientras aprendía de él.

Mi primer recuerdo con el profe Néstor fue por febrero del 2011. Ahí estaba yo, un ingresante a la carrera de Periodismo, en mi primera materia, ‘Teoría de la Comunicación’, que la dictaban Néstor junto a Gustavo Iovino. Nos hicieron presentar a cada uno y, aunque yo expliqué que mi apellido era ‘Anachuri’, Néstor siempre me dijo “Anahuati’, en clara referencia y graciosa similitud a mi colega Checri Anahuati.

Recuerdo al profesor Quintana en muchas materias, como Periodismo Profesional donde analizábamos la actualidad, o en Periodismo Policial donde nos llevó a otros colegas para que nos expliquen los pormenores de las coberturas policiales. Siempre llegaba con su morral de cuero, transportando algún libro, nuevo o viejo, que había cautivado su atención y nos lo comentaba.


Falleció Néstor Quintana: Sus charlas con InformateSalta y las lecciones que nos dejó

Recuerdo al profe Quintana cuando, en mi fanatismo por la historia, él era una máquina del tiempo que me narraba sobre la Salta de antes, aquella que me intrigaba y él era una fuente directa a los hechos del siglo pasado. Ahí me contó ¡de los duelos entre salteños! ¡Duelos entre diputados! ¡Así terminaban las sesiones en la Legislatura! Quedé fascinado cuando me contó que una vez lo eligieron padrino para un duelo pero que la policía lo impidió, afortunadamente.

Recuerdo muchas charlas sobre historia. Cuando él, simpatizante radical de raíz, me contó que sin haber tenido contacto previo con Arturo Frondizi, éste lo reconoció sin que los presentaran. “¡Ah, Néstor Salvador, es usted!”, me contó que Fondizi le habló y que lo tomó por sorpresa. Eso entre tantos datos que me aportó sobre viejas presidencias argentinas.

Recuerdo cuando lo entrevisté, ya como periodista en la extinta versión digital local de La Gaceta; ahí me contó cómo fue un Sherlock Holmes y ayudó a liberar a unos chicos inocentes acusados de un crimen que no cometieron, gracias a un boleto de colectivo que encontró en un bolsillo. Recuerdo que lo escuché en una disertación por el bicentenario de la Batalla de Salta. Recuerdo cuando lo entrevisté otra vez al ganar el Güemes de Oro al periodismo, esta vez en su casa, un museo del periodismo…

Son muchos los recuerdos con Néstor. Como a todos los que lo conocimos, la noticia del fallecimiento del querido profesor fue impactante, me sacó del ensimismamiento que genera la jornada rutinaria de una redacción para rememorar de inmediato todo lo vivenciado. Me queda el amargo sabor de no haberle contado un proyecto en historia que inicié, ni pedirle su guía para encauzarlo mejor. Pero sus lecciones, todas, me ayudarán con ello y con lo que mi profesión me depare.

Después de todo, cuando busque información para mis investigaciones históricas en las amarillentas hojas de El Intransigente, esas que llenó con su tinta, ahí lo volveré a escuchar.


Una caricatura personal del profe, cuando estudiaba en la universidad, allá por 2013.