“Made in Ceferino": la historia de Lucio “Pipilo” Gutierrez
Historias de vida. Un personaje tan particular como su vida misma. Un cuerdo con apariencia de loco y lleno de relatos de potreros. De oficio futbolero y profesión obrero, amigo, comerciante. Un tal, Lucio “Pipilo” Gutierrez.
Un ser tan exótico no ha de pasar desapercibido. De tan solo respirar contagia una risa que parece no tener fin. Piernas delgadas, cabellera larga, brazos extensos, estatura baja. Zapatillas desatadas con lengua afuera, pantalón Adidas azul, tres tiras blancas a los costados. Piedra que estaba a la vista la pateaba. Vaya a saber que estaría imaginando.
En la puerta del Club Atlético Central Norte, hay un Fiat 600 que aparenta tener de rojo, el color original. Algo más de óxido, cubiertas parchadas, pero mucha actitud. Así llegaba en los años 90’, un lateral izquierdo que tenía la peculiaridad que de acuerdo al resultado podía jugar de libero, de central, y también de centro delantero.
En el vestuario no se detenían las bromas. Desde sus cábalas hasta sus hábitos para ingresar al campo. Su lunfardismo y una lengua propia que al extranjero le llevaba un tiempo descifrar.
De repente clásico en “La Bombonera” cuerva y ante semejante expectativa con estadio lleno y un primer tiempo en empate opaco, los jugadores regresan con atasco por el túnel. Parecía que alguien se detuvo, quizás por lesión o malestar. En el medio del recorrido se visualiza un líquido con elementos sólidos flotando en el piso. Ya en el vestuario el médico lo atiende al afectado y consulta al jugador número tres, del local, a que se debió su descomposición. El tipo atina a explicar lo sucedido: “ Ñañito, puede que me haya hecho mal la comida, aunque solo almorcé locro y de postre mazamorras”…
Un guerrero por abajo y por arriba. Con mañas, con astucia y picardía suplía todo lo que la naturaleza no le había dado. Muchas veces por izquierda otras por derecha. “Pipilo” siempre estaba a disposición. Más disponible que funcionario público viendo volar cometas. Tan así que un día, lesionado “El Búfalo” Coria, sin cambios para hacer, y con resultado adverso, el Director Tecnico Kairuz, decide la heroica. La última e inesperada táctica, donde el gran Lucio de Cefe se disfrazaba de delantero. Vaya sorpresa para todos, cuando el azabache, sobre la hora, daba vuelta el resultado con dos goles de Gutierrez.
Según sus dichos, ya en su época se decía un adelantado. Nada que tenga que ver con el off side, “Pipilo” presumía que tenía guardaespaldas y personal que lo protegía. Es allí donde nombraba a sus compañeros Nicolino Macaione, Farid Macacione, Federico Acuña, como parte de su Banda. “ Mis ñaños me protegen, ellos saben muy bien que después los hago cobrar al ganar los partidos”…
El mercado Cofrutos, fue su otro hogar. Pasaron los años y cuando el fútbol pasó a ser un recuerdo, los cajones de frutas y verduras emperezaron a ser su familia. Su vida. Con el mismo ímpetu de siempre logró posicionarse en un puesto de privilegio dentro del rubro. Desde allí surgieron más anécdotas y miles de vivencias que rodean a un personaje único de la ciudad.
Estuvo ligado a Juventud, San Antonio y muchos clubes como grupos futboleros pero su raíz, su esencia, sigue intacta. Esa chispa, ese abrazo amistoso y generoso lo identifica en las calles, en los casinos y por donde su alma transite.
Cuenta en su intimidad que le tienta el negro. Es su color preferido pero para evitar fanatismos y discordias lo evita. Recuerda las épocas de gloria de Central Norte y parece buscar las vendas y canilleras. Es que para la gente del fútbol, del nivel que haya sido, esté donde esté, a la edad que fuese, una simple pelota sigue marcando sus pulsos, sus latidos.