Sociedad14/01/2016

El CONICET desarrolló una técnica accesible para remover arsénico del agua

Los investigadores estudiaron el fenómeno del agua contaminada en La Puna y el Chacho Salteño. El sistema se distribuyó en escuelas y puede ser mantenido por los pobladores. Evita el consumo del químico que posee efectos cancerígenos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) mencionó al arsénico entre las diez sustancias más peligrosas para las personas y la contaminación que genera, a través del consumo de aguas subterráneas o la de los ríos, involucra a más de ocho millones de personas en Argentina.

Especialistas del CONICET estudiaron poblaciones dentro de Salta, en la zona de la Puna y el Chaco salteño, afectadas por este fenómeno y que no reciben agua tratada. Así crearon un sistema de purificación que el poblador pueda manejar y lo ubicaron en escuelas de la región.

“Son sistemas de filtración con arena y hierro (incorporado en forma de clavos, alambre o viruta de acero) en el que el arsénico se fija sobre una capa de óxido, producida por el hierro al estar sumergido en agua, y la arena lo retiene”, explica, en diálogo con Agencia CTyS, Mónica Farfán Torres, investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Investigaciones para la Industria Química.

A partir de la innovación los científicos llevan el agua a un nivel que la gente pueda consumirlo y le proveen los repuestos y sustancias especiales necesarias para realizar el tratamiento. Además, el dispositivo es económico porque está fabricado con elementos de industria nacional y suministra mil litros diarios de agua purificada.

Farfán Torres argumenta que la instalación y capacitación se realizan en escuelas porque a su alrededor crecen los asentamientos poblacionales y funcionan como fuentes de abastecimiento. A su vez, los investigadores se encuentran trabajando en una columna de filtración hogareña para llevarla a casas aisladas (en la región de la Puna hay una casa por kilómetro).

El consumo prolongado del arsénico a través de agua contaminada expone a las personas a desarrollar cáncer, principalmente de vejiga, hígado o esófago. Es una de las consecuencias de la enfermedad llamada HACRE (hidroarsenicismo crónico regional endémico), causada por la sustancia. Además, durante un embarazo, sus efectos pueden traspasar la barrera placentaria y producir daños neurológicos irreversibles en el feto.

Fuente: Agencia CTyS-UNLaM