Cargnello llamó a "descubrir al otro" en esta Semana Santa
El arzobispo encabezó la ceremonia del Domingo de Ramos, enmarcada en el Año de la Misericordia. Cargnello pidió que esta Semana Santa "nos lleve a madurar la idea de que se vive de verdad en la medida en que cada día aprendemos a servir".
El arzobispo salteño encabezó ayer la ceremonia central del Domingo de Ramos con una misa en la Catedral Basílica, con lo cual quedó abierta la Semana Santa del Año de la Misericordia.
A las 10, fieles y pastores se concentraron en la iglesia La Merced, desde donde, en procesión por calle Caseros, y luego de la bendición de los ramos, se dirigieron al templo. La marcha fue acompañada por el canto: "Arriba nuestros ramos, cantando al Señor; bendito es el que viene en nombre del Señor; Jesús nuestra esperanza, Jesús liberador".
En la homilía de la misa central, Cargnello pidió que esta Semana Santa "nos lleve a madurar la idea de que se vive de verdad en la medida en que cada día aprendemos a servir a los demás, a vencer la tentación de querer constituirnos en el centro del mundo y a descubrir al otro y sus necesidades, como compromiso del Año de la Misericordia".
"El proyecto del Padre -siguió- es la clave de la felicidad, la seguridad, es una apuesta totalmente al éxito, por eso podemos acercarnos a Él sin miedo, porque es todo nuestro, es el que en entrega última pone su firma al decir: "Padre, en tus manos encomiendo el espíritu''".
El arzobispo salteño habló luego de la necesidad de "poner al Señor en el centro de la vida, de tratar de vivir como sus discípulos, amigos y testigos, y a tratar de dejarnos enseñar por Él". Después, mencionó "la cobardía, el temor, el miedo, la huida de los discípulos, empezando por Pedro", y puso de relieve al grupo de mujeres, "en el fondo siempre fuertes, tanto sea las que se le arrimaron llorando en el camino y Él les dijo "no lloren por mí, sino por sus hijos'', como las que fueron a su encuentro para atenderlo".
El arzobispo sostuvo más adelante que "acá no hay perfectos, acá estamos todos, y todos sostenidos por la Pasión de Jesús. Somos el pueblo de sus discípulos, no porque seamos perfectos sino porque estamos sostenidos por la oración y el Señor que está siempre sosteniéndonos". Y continuó: "El gran problema es que los cristianos tiramos la toalla enseguida, nos acobardamos y dejamos que las tristezas no nos permitan contribuir a la transformación del bien. Este es el camino que nos lleva a ir más allá de nuestra nariz y a descubrir al otro y sus necesidades. Es una tarea que tiene que impregnar nuestras vida, la casa, el trabajo, nuestras relaciones. Superemos la cultura que solo busca el placer, el éxito y creer que estamos bien cuando nos aplauden y aprendamos a que la vida se tiñe de verdaderos colores solo cuando entramos a la vida de Jesús, la del servicio".
En el final de la homilía que se realizó en la Catedral, Cargnello convocó a rezar más en familia y a participar, en la mayor medida posible de la liturgia de Semana Santa.