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El Avellino, un club de fútbol italiano con una larga trayectoria, ha sido protagonista de una extraña coincidencia histórica: cada vez que celebra un ascenso importante en lo deportivo, ocurre un hecho trascendental en el Vaticano, como la muerte o la renuncia de un Papa. Esta curiosa relación ha despertado el interés de hinchas y observadores desde 1958.
Ese año, mientras el Avellino ascendía de la cuarta división a la Serie C, falleció el Papa Pío XII, dando paso al pontificado de Juan XXIII. En 1963, cuando Juan XXIII murió, el club regresó a la Serie C tras un descenso previo, coincidiendo nuevamente con un cambio papal, ya que Pablo VI asumió como nuevo líder de la Iglesia Católica.
En 1978, esta extraña sincronía se intensificó: murieron dos Papas en pocos meses —Pablo VI y Juan Pablo I— mientras el Avellino celebraba su histórico ascenso a la Serie A, el máximo nivel del fútbol italiano. Ese mismo año comenzó el extenso pontificado de Juan Pablo II.
Décadas más tarde, en 2013, se produjo un hecho sin precedentes en siglos: la renuncia del Papa Benedicto XVI. Justamente ese año, el Avellino volvió a ascender, esta vez a la Serie B, luego de una larga permanencia en la tercera categoría.
La más reciente coincidencia ocurrió en 2025. El 19 de abril, el Avellino selló matemáticamente su ascenso a la Serie B, y tan solo dos días después falleció el Papa Francisco, reforzando esta serie de paralelismos entre el destino del club y los cambios en la cúpula de la Iglesia.
Para los hinchas del Avellino, estos eventos mezclan la euforia por los logros futbolísticos con la solemnidad de los cambios en el Vaticano. Con cada ascenso, esta inusual tradición se mantiene viva, sorprendiendo a creyentes y fanáticos del fútbol por igual.
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