Compañeros y familiares de los Gendarmes fallecidos levantaron un monolito

Con sus propias manos, con mucho amor y humildad, compañeros de los 43 fallecidos en la peor tragedia vial en la historia de la Gendarmería Nacional, se llegaron ayer por la tarde a ruta 34, al sur de Rosario de la Frontera.

En ese trágico cruce entre la ruta nacional y el arroyo Balboa, donde quedó el colectivo Nº 5 de la fuerza con sus ruedas para arriba, ellos quisieron dejar un testimonio y un reconocimiento.

No fue nada suntuoso, al contrario, lo que importaba era estar ahí, recordarlos, rendirles homenaje. Una pequeña cruz, un monolito de piedras y algunas de las boinas de sus camaradas fallecidos formarán ahora parte del recuerdo y la memoria, para siempre. Porque ellos saben que están para cumplir órdenes, saben que su deber es servir, pero también confían en que son sus superiores quienes deben velar por su propia seguridad, pero algo falló.

Algunos de los pocos sobrevivientes de la trágica madrugada del 14 de diciembre volvieron a ese lugar, y los recuerdos volvieron a aflorar, como cuando esa noche todo era incertidumbre, gritos, dolor y pánico. Nadie entendía qué pasaba.

Al costado de la ruta, uno de los sobrevivientes que estuvo internado y aún tiene una venda en su cabeza, le contó a un familiar lo que vivió esa noche. Recordó que él estaba chateando por su celular a esa hora y que sintió todo. Cuando se produce el vuelco, todos gritaban y se sentían gemidos de dolor. Buscó la linterna y vio a sus compañeros ensangrentados. Apago la linterna e intentó salir del lugar.

Es uno de los pocos que pudo salir para contarlo, y por eso estuvo allí, como testigo fiel de lo ocurrido, para colaborar en levantar ese humilde monumento hacia sus compañeros, para que no se olviden que dieron su vida en el cumplimiento de una orden.